Tomado de UNIVISIÓN
Para entender cómo fue que cuatro estadounidenses fueron secuestrados por hombres armados a plena luz del día en la ciudad fronteriza de Matamoros y luego asesinaron a dos de ellos, hay que voltear hasta la década de 1930, cuando un traficante de alcohol llamado Juan Nepomuceno Guerra tejía allí conexiones criminales que le permitieron fundar al temido Cartel del Golfo.
Su sobrino, Juan García Ábrego, heredó el mando del grupo en los años 70 y se volvió uno de los principales distribuidores de droga hacia Estados Unidos, respaldado por una sociedad con el Cartel de Cali. En 1995 fue el primer narcotraficante que apareció en la lista de los fugitivos más buscados del FBI y al año siguiente lo arrestaron en Nuevo León. Hoy tiene 78 años y cumple una condena a cadena perpetua en una prisión de alta seguridad en West Virginia.
El fin de la era de García Ábrego dio paso a la de Osiel Cárdenas Guillén, el capo que reclutó militares de élite para que lo protegieran de sus enemigos. Esa guardia terminó siendo el sanguinario cartel de los Zetas, que surgió tras la caída de su patrón. A inicios de 2010, los Zetas y los del Golfo protagonizaban una batalla sin cuartel que elevó los niveles de inseguridad en Tamaulipas. Todo empeoró con la llegada de militares por la llamada “guerra contra el narcotráfico” que emprendió el presidente Felipe Calderón (2006-2012).
Así fue como esas dos organizaciones se fueron debilitando por los arrestos y muertes de varios capos, y se redujeron a células separadas que se pelean regiones de Tamaulipas y realizan actividades criminales específicas, como el trasiego de drogas, el tráfico de migrantes o la extorsión a comercios locales.
Uno de esos pequeños grupos ha tenido el control de Matamoros en los últimos años y ahora le atribuyen el secuestro de los cuatro turistas estadounidenses y el asesinato de dos de ellos.
La corrupción política detrás de la inseguridad
Las cuatro víctimas llegaron el viernes a Matamoros desde Brownsville, Texas. Justo ese día se registraron fuertes enfrentamientos en la localidad, que hicieron que las autoridades pidieran a la ciudadanía mantenerse en sus casas mientras las fuerzas del orden patrullaban las calles. El gobierno de Estados Unidos emitió una alerta a sus ciudadanos tras el reporte de balaceras.
En videos difundidos en las redes sociales se observa cómo hombres armados suben dos cadáveres a una camioneta pick-up. Esta escena y los crímenes de los turistas confrontaron los discursos políticos que celebraban que Tamaulipas había logrado salir de la lista de los estados más peligrosos de México.
Al menos cuatro estadounidenses han sido asesinados en Matamoros desde mediados de 2019, siendo casi la mitad de los nueve crímenes de ese tipo que se han registrado en todo Tamaulipas, de acuerdo con la base de datos del Departamento de Estado de EEUU.
“La situación ha estado descompuesta en Tamaulipas desde hace muchos años”, dice Guadalupe Correa-Cabrera, profesora de la George Mason University y experta en narcotráfico, en una entrevista con Univision Noticias.
“No es algo nuevo, ahora que las víctimas son ciudadanos estadounidenses, esto llegó a los noticieros internacionales. Sin embargo, no se ha podido resolver el problema de la inseguridad en Tamaulipas y mucho de eso tiene que ver con la corrupción, con la impunidad, que también se explica por la vinculación de autoridades a nivel local y estatal, de gobernadores, con la delincuencia organizada”.
Correa-Cabrera se refiere a cómo el dinero sucio ha llegado a las altas esferas del poder en la zona.
Están los casos de los exgobernadores tamaulipecos Eugenio Hernández, a quien acusan en México por los delitos de peculado y operaciones con recursos de procedencia ilícita, y Tomás Yarrington Ruvalcaba, quien en marzo de 2021 se declaró culpable en una corte de Houston por haber aceptado más de 3.5 millones de dólares en sobornos, con los que compró propiedades en EEUU. Este último sigue esperando su sentencia, que podría dejarlo en prisión hasta 20 años.
Otro político en aprietos es Francisco Javier Cabeza de Vaca, quien gobernó el estado hasta septiembre pasado y que enfrenta acusaciones por sus presuntas relaciones con el crimen organizado.
Matamoros dominado por una célula del cartel
“Se puede explicar esta red de complicidades desde la creación del Cartel de Matamoros con Juan N. Guerra, quien no era narcotraficante, pero generó esta red para el contrabando”, dice Correa-Cabrera.
Tanto poder acumuló Guerra, que en la ciudad de Reynosa una calle que lleva su nombre. Este capo lideró el Cartel del Golfo durante 50 años y apenas si pisÓ la cárcel unas horas. Murió en julio de 2001. Su personaje aparece en la serie de Netflix Narcos México, donde lo retratan como un cacique de pueblo que tenía en el bolsillo a policías texanos y que luego se alió a traficantes de Colombia.
Ese Matamoros dominado por un solo hombre o cartel ya no existe, dice Correa-Cabrera. “Tenemos una célula que tuvo cierto control de la ciudad en estos último años”, explica. “No hay tanto control del Cartel del Golfo, que hace todo”.
A Correa-Cabrera, quien desde hace varios años publica investigaciones sobre grupos del crimen organizado en el noreste de México, le parece extraño que esa célula en particular haya decidido raptar turistas de EEUU sin anticipar que eso la pondría bajo la lupa del FBI y del gobierno mexicano.
“No le conviene secuestrar extranjeros porque sabe que habrá una cobertura mediática. Entonces, ¿por qué? Después del Estado de la Unión, del juicio de Genaro García Luna, cuando arreció por parte de algunos actores políticos, esta idea de que los carteles deber ser declarados organizaciones terroristas internacionales. Llama la atención, porque estos grupos no se van a dar un balazo en el pie”, dice.
Medios de comunicación aseguran que las averiguaciones se han centrado en que se trató de una confusión. Hasta ahora, el Buró Federal de Investigaciones no se ha pronunciado al respecto.
El FBI está trabajando junto con sus socios federales y las agencias policiales mexicanas. Como se trata de una investigación en curso, no tenemos ninguna información adicional para proporcionar en este momento”, dijo la agencia en una breve declaración enviada a Univision Noticias.
Buscando medicamentos baratos
Matamoros tiene 580,000 habitantes y está a la orilla del Río Bravo, al otro lado de Brownsville, Texas. Es también la primera frontera desde el Golfo de México. Todos los días, miles de estadounidenses cruzan hacia esa localidad por tres razones principales: disfrutar su gastronomía, adquirir productos y realizar el llamado ‘turismo médico’, que consiste en visitar al médico y comprar medicamentos baratos.
Lo hacen a pesar de que el Departamento de Estado mantiene desde hace años una alerta para que sus connacionales no viajen a la zona debido a los altos índices de delincuencia que registra.
Pero lo que ocurre en Matamoros no se compara con lo que pasa en otras localidades fronterizas. Por ejemplo, en Tijuana, Baja California, desde el 11 de enero de 2019 al menos 37 estadounidenses fueron víctimas de homicidio; mientras en Ciudad Juárez, Chihuahua, se registraron 31 crímenes de ese tipo en el mismo período, según estadísticas del gobierno de EEUU.
Las autoridades mexicanas señalaban que los homicidios dolosos vinculados a la delincuencia organizada en Tamaulipas se habían reducido considerablemente, de 588 casos registrados en 2019, hasta llegar a 119 entre el 1 de enero y el 19 de octubre del año pasado.
Antes de los dos asesinatos de turistas en Matamoros, un ciudadano estadounidense fue víctima de homicidio en esa ciudad el 7 de abril de 2019 y ocurrió otro caso el 20 de abril de 2021.
La alerta más reciente del Departamento de Estado es clara sobre Tamaulipas: “Los grupos criminales tienen como objetivo los autobuses de pasajeros públicos y privados, así como los autos privados que viajan a través de Tamaulipas, a menudo tomando pasajeros y exigiendo pagos de rescate”.