Renán Alcides Orellana
Escritor y Poeta
Aquel año era 1959. Un grupo de estudiantes del Primer Año Común de la Facultad de Humanidades, click de la Universidad de El Salvador, viagra escuchábamos, absortos y emocionados, la interesante exposición de Matilde Elena López, catedrática de Teoría de la Literatura. Quizás no uno, todos, guardábamos en nuestro interior -tímidamente- la interrogante ¿quién es esta brillante mujer, que nos impacta con su voz y la versatilidad de sus conocimientos literarios y que, con la grandeza de sus palabras, agiganta su pequeña figura?
El tiempo -más breve de lo imaginado- nos hizo la revelación… Matilde Elena López nació en San Salvador, en febrero de 1922.. Adolescente aún, comenzó a publicar sus trabajos literarios en revistas y periódicos del país. Su participación juvenil, a los 22 años, en el movimiento que derrocó a Maximiliano Hernández Martínez en 1944, y posteriores acciones políticas, la obligaron al exilio a Guatemala y, posteriormente, al Ecuador en cuya Universidad Central obtuviera con honores el doctorado en Filosofía y Letras. Quito había sido el destino final del lento y largo exilio, puesto que de Guatemala, por las mismas razones de su lucha patriótica a la caída de su amigo Jacobo Arbenz, se había visto obligada a partir hacia el sur.
Aceptar el ostracismo antes que claudicar bajo la represión o por las componendas, fue su actitud política por cuestión de principios y no por conveniencia. Y esa fue la faceta de política inclaudicable de Matilde Elena López. Luego, a su regreso a El Salvador, a mediados de la década de 1950, se dedicó a la docencia universitaria y a escribir y promover su obra literaria. Porque la misión-visión de Matilde Elena López fue ser maestra y amiga. Sabia al comunicar, enseñar y transmitir el conocimiento; es decir, su entrega total a la amistad y la enseñanza. Sus amigos y ex alumnos damos fe de ello. De una trayectoria intachable, sin dobleces cívico políticos, Matilde Elena hizo suyas casi todas las ramas del arte literario: poeta, ensayista, cuentista, dramaturga… y, además, docente y orientadora sin reservas intelectuales.
Una muestra de su poesía, con acento revolucionario, es este fragmento del poema La máscara al revés, del libro El Momento Perdido (Editorial Universitaria, 1976):
De pronto
me encontré
en medio de la lucha
dispuesta a combatir,
a no dar tregua.
¿Eran molinos o gigantes reales?
¿Contra quienes combatía
cuando asumía la justicia
y el fiel de la balanza?
¡Diké
Ángel de la Justicia,
Guardián de Eternidades!
Era yo misma
en medio del combate…
Matilde Elena estaba con nosotros aquel año 1959 en la Universidad de El Salvador (UES) y, más concretamente, en nuestra Facultad de Humanidades: vivero real para entonces de todas las expresiones del arte. Y ahí siguió en su UES por mucho tiempo: Vicedecana de la Facultad de Ciencias y Humanidades, Directora del Departamento de Letras, Directora de Promoción Cultural, docente e investigadora literaria…, hasta que, cansado su cuerpo no su espíritu, se fue al justo retiro para el necesario y merecido descanso, aunque para ella siempre significó seguir creando y aportando cultura; es decir, haciendo realmente país hasta el día de su muerte, ocurrida en San Salvador, el 11 de marzo de 2010.
Poeta, narradora, ensayista y dramaturga, esta es parte de la obra de Matilde Elena Lóprez: “Masferrer, alto pensador de Centroamérica”, Guatemala 1954; “Interpretación Social del Arte”, ediciones en 1964 y 1975; “Dante, poeta y ciudadano del futuro”, San Salvador 1965-1966; “Cartas a Groza”, San Salvador 1970; “Estudios sobre poesía”, San Salvador 1971; “El momento perdido”, San Salvador 1976; “La balada de Anastasio Aquino”, San Salvador 1978; “Refugio para la soledad”, Revista Caracol, San Salvador 1978; y “Los sollozos oscuros”, San Salvador 1982, entre otros. Fue colaboradora de revistas especializadas de Ecuador, Venezuela, Panamá, Chile, México, El Salvador y el resto de los países de Centro América.
Por todo eso y mucho más, Matilde Elena López fue un roble de fe y esperanza en el medio artístico salvadoreño. Un ejemplo para las actuales y futuras generaciones, por el conocimiento, por su insondable mundo literario, por la versatilidad de sus duendes creadores; y, sobre todo, por su ejemplarizante actitud de mujer valiente e inclaudicable en sus principios de paz, libertad y justicia social. (RAO).