Ya estamos en mayo. En el hemisferio sur de la tierra ha llegado el otoño, store en el norte la primavera. Dependiendo que tan al centro o tan cerca de cada polo será más o menos patente el efecto del cambio. Esta es una verdad de perogrullo, hospital salvo que a veces olvidamos un hecho tan sencillo como invisible: estemos donde estemos, health estaremos en el centro, desde este centro no siempre tenemos en cuenta de que el otro también está en otro centro, el suyo. Quizá esto signifique que la multiplicación de los seres humanos es la multiplicación de los hechos y sus consecuencias.
No olvidemos entonces que en el sur, en Chiloé unos inteligentes de esos con poder, que es como decir monos con navaja, decidieron que lo mejor era tirar al mar 9 mil toneladas de pescado podrido. ¿Cuanto le cuesta a un trabajador un kilo de pescado en buen estado? mil toneladas son nueve millones de kilos de pescado. Tanto como un día de pescado para todo Chile. El detalle es que se ha producido un desastre ecológico, pero los autores y las “autoridades” como si nada, unos en silencio, los otros hablando de asuntos inconexos.
En todo desastre natural hay la mano del ser humano, sea para prevenir y aminorar consecuencias, sea que lo ha producido su nula inteligencia para gerenciar los recursos o mejor dicho el modo en que nos relacionamos entre nosotros y el modo en que nos relacionamos con la naturaleza es la madre del cordero. la papa, la neta.
Recurriendo a Shakespeare en los dilemas de su personaje Hamlet en Escandinavia: ser no no ser he ahí el dilema. Ser o no ser, los del poco arte de humanidad de mirar para otro lado o atrevernos a enfrentar los desafíos presentes. Nos matan si trabajamos, si no trabajamos nos mueren. Entonces a cubrir la fisonomía humana con audacias de algo diametralmente opuesto a lo cotidiano.
En el norte, una ciudad inventada por la inagotable fuerza destructora de las grandes compañías petroleras, resiste el nombre de Fort McMurray, en su tiempo de gloria, de eso tan solo nueve días atrás (el incendio comenzó el domingo pasado), fue considerada la ciudad más rica de toda América. Un incendio surgido en algún punto de los bosques cercanos la ha arrasado. ¿Alguien ha visto arder una rama de pino verde? prenden con una fuerza y poder explosivo tremendo, debido a su gran concentración de oxígeno. Un incendio de bosques de pinos es un espectáculo aterrador. Canadá esta llena de bosques de pino, pero nadie ha creado un método capaz de hacerle frente a estos incendios cuando se presentan. El bombardeo a Dresden tan inútil como inhumano, al final de la II Guerra, me recuerda uno.
Este incendio, según datos ya viejos, ha arrasado 1500 Kilómetros cuadrados, algunos anónimos especulan que puede cubrir el doble, es decir aún no hay una contra fuerza que lo detenga. Ahora solo se confía en una lluvia para apagarlo totalmente.
El cuadro primero es la destrucción del bosque boreal, allí los árboles son de crecimiento lento, y la ciudad, lo que se ha salvado no sirve, este es el cuadro segundo, pues con nada se le sacará en olor a humo impregnado. Un tercer cuadro pudiera ser: volvemos a chocar con la misma piedra.
Ni en el desastre de Chiloé ni en el de Fort McMurray se han identificado culpables, pues estos desastres se producen por la acción mancomunada de varios factores, factores de control humano. En ambos casos, uno el centro de la pobreza, el otro el centro de la riqueza, los que pagarán las consecuencias son en primer lugar los que dependen de un salario y luego el resto de la población cercana al desastre, más tarde seremos nosotros.
Tanto en un lugar como en el otro las compañías actúan con menosprecio por la naturaleza. Lo que producen lo hacen a un costo altísimo, cuyas consecuencias estamos viviendo ahora. Las salmoneras en Chile, las petroleras en Canadá implementan una política invasiva y destructora del medio ambiente. Lo central es obtener la máxima ganancia en el mínimo de tiempo. No hay investigación para medir y paliar consecuencias ni hay previsión para salir de situaciones probables con seguridad y rapidez. Las consecuencias están a la vista y estas se prolongarán por mucho tiempo con sus innumerables secuelas. Dos desastres medioambientales, que a la vez son desastres económicos y políticos. ¿Aprenderemos?
Nosotros los de a pie, las y los poetas, las y los organizadores de los sueños posibles, las personas en su centro de gravedad ejerciendo su derecho a la continuidad de la vida tenemos un grado de responsabilidad, medible en cuan más o menos conscientes estemos de lo que esto implica, desde un ayer, en un presente y hacia un mañana. Se mueve, todo es movimiento y nosotros en él, ¿cómo vamos? El ser o no ser de este aquí y este ahora es trascender en lo que de resultados para toda la humanidad, para toda la vida.
Y en esto el arte, la poesía, la creatividad, la audacia desarrollada al máximo tiene plena vigencia, o somos o no somos he ahí el dilema.
Palabra en el mundo es una acción global a escala local, la poesía como acción universal por la PAZ. La palabra es una y son muchas, tantas como seamos capaces de poner en acción. Nosotros somos únicos, en la acción con y para otros nos prolongamos hacia la belleza. Pero poco o nada avanzamos si no hay conciencia. Estos desastres no son asunto local, son asunto global, pues los responsables están en todas partes, quienes pueden ponerle fin, también estamos en todas partes. Por una vida sana y en armonía, más arte, más poesía, más naturaleza, más humanidad.
Reciban nuestra certeza, nos vemos en Santa Fe, Argentina
Tito Alvarado
p. equipo de coordinación Festival Palabra en el mundo