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La medicina “amarga” de Bukele anticipa el reforzamiento del Neoliberalismo que acabará pagando el pueblo

Por Colectivo Tetzáhuitl

El juramento que Bukele le toma al pueblo durante la ceremonia del 1 de Junio

De toda la parafernalia derechista del show Presidencial del 1 de Junio uno de los simbolismos que habría que destacar es el juramento que Bukele le tomó a la audiencia que había llegado a la Plaza Gerardo Barrios, frente al Palacio Nacional, para presenciar la ceremonia de inicio de su segundo gobierno.

Les hizo jurar que el pueblo no debe protestar ni oponerse a la “medicina amarga” que les recetará en estos cinco años (2024/2029) porque se trata de una medicina guiada y ordenada por Dios.

Les advirtió además que no tolerará ninguna oposición ni resistencia a las medidas económicas que adoptará.

Y que el pueblo no debe escuchar a la oposición porque es su enemigo.

Eso explica el exhibicionismo militar y policial del que presumió minutos antes de su discurso.

El mensaje es claro: Les advirtió, sin decirlo expresamente, que si no aceptaban las medidas que implementará en su gobierno les iba a echar encima a los militares, los iba a capturar por apoyar a los opositores que antes había denominado “enemigos del pueblo” o incluso los podía hacer desaparecer del mapa como ha ocurrido con los casi 300 asesinados bajo el régimen de excepción, incluyendo a su ex asesor de Seguridad Nacional, Alejandro Muyshondt.

No fue casual que previo al acto del 1 de Junio, la Policía capturó a dirigentes del movimiento social, a quienes les imputó el cargo de planificar y organizar actividades terroristas.

El propio Bukele en su reunión en CAPRES con el Presidente Argentino, Jaime Milei, comentó que las bombas incautadas serían detonadas en algunas gasolineras de la capital para generar incertidumbre y desasosiego.

Todos pudimos apreciar por informaciones de prensa y de las redes sociales que se trató de un burdo operativo en el que los agentes de la PNC montaron la escena del crimen para justificar su captura, precisamente en la madrugada del 31 de Mayo, a pocas horas del acto en el Palacio Nacional.

Entre los detenidos se encuentra un ex comandante del FMLN, Atilio Montalvo, firmante de los Acuerdos de Paz, a los que Bukele ha defenestrado constantemente y a los que ha calificado como “pacto de corruptos”.

Por primera vez en una ceremonia de toma de protesta constitucional, el gobernante sale al balcón del Palacio Nacional a dirigir su mensaje a la nación, minutos después que diferentes unidades élites de la Fuerza Armada desfilaron ante él en un acto de lealtad y obediencia servil.

En esa breve e improvisada intervención, Bukele señaló que sus opositores son enemigos del país y que aquellos que los sigan serán también considerados enemigos.

Es el típico discurso de un gobernante autoritario e intolerante hacia la oposición y que padece de una paranoia crónica que ve adversarios hasta en su propia casa.

A inicios de Mayo se supo que la Secretaría de Innovación de la Presidencia fue intervenida y allanada por el OIE, la Fiscalía y agentes de la Policía vestidos de civil en busca de evidencia de filtración de información clasificada.

El caso de Alejandro Muyshondt y las revelaciones que está haciendo un grupo de hackers que se hacen llamar Ciber Inteligencia SV han puesto en vilo al gobierno.

Un gobernante autoritario acostumbra a crear ante el imaginario colectivo a sus propios enemigos y desconfía hasta de sus más cercanos colaboradores.

El exhibicionismo militar y policial, las capturas previas a la ceremonia del 1 de Junio y el juramento que tomó en la plaza pública a los que asistieron a la ceremonia de traspaso forman parte de la simbología que necesita crear un Dictador para justificar e imponer, si es necesario por la fuerza sus decisiones económicas.

Así lo hizo el General Maximiliano Hernández Martínez, quien se autonombró Brigadier General, luego que fue reelegido en 1938 en abierta violación a la Constitución.

Así lo hizo también el General Pinochet al aplicar un modelo económico Neoliberal en Chile, propio del capitalismo salvaje, luego del golpe militar en contra de Salvador Allende.

Las ideas y la simbología de Bukele no son por tanto originales.

Ya en el pasado han sido usadas por otros Dictadores.

La medicina amarga de Bukele, centro de su discurso del 1 de Junio

No es primera vez que Bukele habla de medicina amarga.

Lo hizo en el 2019 y lo vuelve hacer ahora.

La diferencia con el mensaje presidencial del 2019 es que esta vez Bukele cuenta con todo el poder del Estado y el control de las instituciones para implementarla.

Y por supuesto, se esforzó en exhibir ese poder.

Cuando ganó las elecciones en el 2019 solo era Presidente del Ejecutivo.

Ejerció sus dos primeros años de gobierno sin tener el control de la Asamblea Legislativa y tampoco el control de la Sala de lo Constitucional y de la Fiscalía.

La Sala de antes del 2021 declaró inconstitucionales algunas iniciativas emprendidas por el gobierno de Bukele y la Fiscalía de Raúl Melara abrió cerca de una docena de expedientes por corrupción en contra de algunos funcionarios de su gobierno, incluyendo una investigación sobre las negociaciones que mantenía con el liderazgo de las pandillas.

A partir de Mayo del 2021 comienza el proceso de desmontaje de los controles democráticos en el país y de todas las instituciones del Estado, proceso que facilitó la corrupción, los acuerdos con las pandillas y la participación de los grupos oligárquicos en los negocios del Estado, tal como lo hicieron en los gobiernos de ARENA.

Del 2021 al 2024 se dedicó no solo a asaltar el poder del Estado sino a ampliar la mesa de la Oligarquía, de la que su grupo empresarial familiar había estado excluido desde que Armando Bukele, padre de Nayib, era la cabeza del grupo.

Este proceso de ocupación del Estado y de rompimiento del orden constitucional, apoyado por los militares, la Oligarquía y Estados Unidos, permitirá en este segundo mandato presidencial que Bukele implemente la “medicina amarga” a nivel económico sin mayor resistencia.

Seguramente, el movimiento social y algunos en la oposición expresarán su rebeldía y descontento en las calles o a través de pronunciamientos públicos.

Pero no tienen el capital político necesario y la capacidad de movilización que se requiere para enfrentar al ejercicio del poder público y obligar a Bukele a retroceder. Al menos no por ahora.

Pese a contar con el respaldo de los militares, de los grupos oligárquicos y de Estados Unidos, sobre todo del capital financiero sionista, Bukele tuvo que recurrir a la simbología religiosa y presentarse como “enviado” de Dios que va hacer cumplir su mandato.

Eso explica la presencia de la Conferencia Episcopal y de algunos pastores de iglesias evangélicas en la ceremonia.

Eso explica también el discurso cómplice del Arzobispo de San Salvador que bendijo la segunda gestión inconstitucional de Bukele, en el que pidió que Dios guíe el camino y las decisiones del mandatario.

Estamos entonces ante una medicina amarga no solo “necesaria”, según Bukele, sino que ha sido “ordenada” por Dios.

De ahora en adelante todo lo que haga Bukele, de acuerdo a está simbología discursiva, tendrá el aval de Dios y gobernará en representación del Supremo.

Esta simbología religiosa es propia de los Autócratas que hemos tenido en el pasado en toda América Latina.

Para no ir más lejos así fue como gobernó en nuestro país el teósofo Brigadier General Maximiliano Hernández Martínez.

Así es como gobernaron los Zares Rusos.

Así es como han gobernado los emperadores y los monarcas del pasado.

Así es como gobiernan los sultanes musulmanes.

Por eso es que no es de extrañar la vestimenta de Bukele con ocasión de la ceremonia.

Pero, en qué consiste la medicina amarga que Bukele nos está recetando y quién o quiénes deberán tomarla?

Desde el punto de vista económico la medicina amarga no es otra cosa que la implementación de políticas neoliberales basadas en un ajuste fiscal como el recomendado por el FMI.

El Directorio del FMI ha recomendado en su carta de intenciones un ajuste fiscal del 3% del PIB que en buenas cuentas se traducirá en recorte del gasto público, sobre todo de los programas sociales, los subsidios y el gasto corriente, un aumento del IVA de no menos de dos puntos porcentuales (del 13% al 15%) así como de otros impuestos al consumo, reducción del aparato público, entre otras medidas.

Bukele necesita más ingresos para pagar la deuda, tanto la contraída por gobiernos anteriores como la propia y para llevar a cabo las inversiones que viene prometiendo desde su primer gobierno y que nunca ha realizado.

Necesita además más dinero para seguir drenando el Presupuesto y desviarlo a bolsillos privados.

Como todo buen Gobernante Neoliberal y Pro Oligarca, Bukele seguirá cargando el peso de la fiscalidad en los sectores de menores ingresos y en la clase media.

No va a aplicar medicina amarga a los grandes grupos empresariales porque son sus aliados y porque además su familia forma parte de ellos.

La medicina amarga es para los pobres y la clase media que en el gobierno de Bukele se han empobrecido aún más.

Las medidas que comenzará a implementar en los próximos días tienen el aval del gobierno de Estados Unidos y la Oligarquía, fuerzas que están detrás de la promoción del conflicto social en el país.

Forman parte de la estrategia de desestabilización de la región y creación de conflictos que la industria de guerra de Estados Unidos necesita para aumentar la venta de armas y las exhorbitantes ganancias que éstas generan.

Son gastos en defensa que tienden a aumentar en lugar de disminuir.

Solo en la década pasada este presupuesto fue de más de 700 billones de dólares.

Para finales de esta década se espera que el Presupuesto de Defensa de Estados Unidos

sobrepase el Trillón de dólares (más de un Mil Billones de dólares).

La desestabilización y la generación de conflictos es el mejor negocio de esta industria y no cabe duda que Bukele es cómplice de este esfuerzo.

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