En el marco de la Semana por la Seguridad y la Convivencia Ciudadana en homenaje a Don Hato Hasbún, creador del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia y del Plan El Salvador Seguro, -por iniciativa del Presidente Salvador Sánchez Cerén- se desarrollaron varios conversatorios, uno de ellos el de los medios de comunicación.
El conversatorio fue denominado “Rol de los Medios de Comunicación en la Construcción de la Cultura de Paz”.
Creemos que los medios de comunicación en general tenemos una deuda con la Cultura de Paz en El Salvador. Al terminar la guerra civil, tras la firma del Acuerdo de Paz, debimos habernos comprometido con la nación, y ser parte, entre otras instituciones, de todo un esfuerzo para crear una cultura de paz.
Algunos piensan que por los niveles de violencia que vive el país desde hace más de 20 años, por el surgimiento y crecimientos de los grupos pandilleriles y de otras expresiones del crimen organizado, es en vano fomentar o trabajar por una cultura de paz, lo cual, por supuesto es incorrecto.
Dado que estamos en un año preelectoral y los partidos políticos preparan sus plataformas políticas electorales, deberían retomar una idea valiosísima del sacerdote y amigo Juan Vicente Chopin, de apostarle a la “Revolución Cultural”.
Y es que hay que atacar la anticultura en la que viven las zonas marginadas por la sociedad, para ofrecerles una nueva que los desarrolle por los valores propios de una sociedad democrática, inclusiva, en donde el respeto de los derechos humanos y la solidaridad deben ser parte de sus parámetros de convivencia.
Y los medios de comunicación pueden ser socios fundamentales en esa nueva visión cultural, y ejemplos hay. En 2006, por estas fechas, los medios de comunicación, en su mayoría, dieron vida a los que por casi tres años se llamó Medios Unidos por la Paz, y suscribieron el Decálogo más uno, en el que se estipulaba la nueva manera del trato periodístico a los temas de la violencia.
Con ese acuerdo, los medios reconocían que podían contribuir, desde un tratamiento distinto a las noticias, a una nueva cultura de paz.
Sí así lo creían los medios en 2006, ¿por qué no reconsiderarlo hoy nuevamente, y reconozcamos que no le hacemos nada bien al país de la forma que tratamos las noticias de violencia, y le ofrecemos al país un nuevo compromiso ético y de nación? La respuesta es de los medios, la exigencia, de las audiencias.