Carlos Girón S.
Después de los mexicanos, Trump ha comenzado a enfilar sus baterías contra El Salvador, amenazándolo con combatir y deportar a las pandillas que operan en aquel país, con lo que pretende asustarnos con el cuento de que aquellos delincuentes vendrán a acentuarnos la embestida de la criminalidad en todas sus formas.
Será difícil que nos amedrente Trump ya que, en buena hora, nuestras autoridades policiales, con el soporte de elementos del ejército, están combatiendo con toda eficacia a los grupos anti-sociales, asestándoles severos golpes, dando como resultado la baja en el índice de crímenes y de víctimas que se derivan de éstos.
Es posible que en el territorio estadounidense operen algunas pandillas integradas por delincuentes salvadoreños; pero también es muy probable que las haya de delincuentes de otros países de nuestra región, además de los de otras nacionalidades allende el Atlántico, cuya presencia y operaciones delictivas se hace posible por nexos y contactos que tienen con facciones de elementos locales, es decir, de origen estadounidense.
Trump no debería olvidar que antes de las pandillas de ahora, allí en su propio país surgieron las más sangrientas y despiadadas que ha habido, como las comandadas por Al Capone, Dillinger, John Paul Chese, Ma Baker, Bonnie y Clyde y muchas otras mas, a cual más sangrientas, que asaltaban bancos y mataban a quemarropa a quienes se les atravesaban en el camino. Todas esas bandas criminales asolaban muchas ciudades en tantos Estados de la Unión, a cuyos habitantes mantenían bajo un manto de terror y pavor.
Elementos de pandillas son seguramente los que perpetran masacres con balaceras en colegios y universidades en varias ciudades norteamericanas. Lo mismo con el caso del atentado al hospital de Oklahoma, donde murieron muchos de los pacientes.
Y, ¿qué tal Mr. Trump con las fatídicas bandas del Ku Klux Klan? ¿Las recuerda? ¿No habrá algún ascendiente suyo que perteneció a estos grupos racistas –como usted–, de exterminio de miembros de la raza negra por ese solo pecado, el de ser negros? ¿Correrá por sus venas algo de esa sangre? ¿Andará su mano detrás de los que intentan revivir no muy lejanos días de terror y muerte? Actualmente, señor Donald, hay al menos 800 grupos vinculados al KKK que se encuentran activos en varios lugares de los Estados Unidos, y siguen siendo racistas, dispuestos a sacrificar personas que les caen mal o repudian su conducta e ideología.
Y hay más: en la tierra del magnate futuro presidente –por desgracia– de los Estados Unidos, en varias ciudades grandes hay pandillas que se han modernizado: forman huestes motorizadas (en motocicletas) que salen a cometer sus fechorías en las narices de la policía.
Y sería bueno preguntarle a don Trump ¿quiénes son los que arman a las pandillas de su país y las de otros lugares? ¿Acaso no son los grande fabricantes de armas que abastecen a medio mundo? Y otra: ¿va dispuesto a abolir la asociación amparada en la fatídica Ley del Rifle, ante cuyos miembros todos, políticos y banqueros, tiemblan, sin atreverse a alzarles la voz? ¿Va usted a tener las agallas para enfrentarlos?
No, el problema de las pandillas es grave en los Estados Unidos, mucho más que en nuestros países. En El Salvador y los otros países de nuestra región no ha existido esa clase de pandillas que han escrito las páginas más negras en la historia de la Unión Americana. Y lo peor es que no son mera historia. Sigue siendo un problema del presente. Recientemente, un senador republicano amenazó con “aplastar” a los 18 mil miembros de la pandilla Gangster Disciples del sur de Chicago con presencia en todo el territorio estadunidense. (el subrayado es mío).
“Me gustaría aplastarlos porque balearon a Hadiya”, dijo Kirk al canal Fox32 de Chicago. El legislador se refería a Hadiya Pendleton, la estudiante de 15 años que acudió como integrante de la banda musical de la preparatoria Martin Luther King de Chicago a la segunda toma de posesión del presidente Barack Obama, para morir poco después, víctima del fuego cruzado en un enfrentamiento entre pandilleros. La tragedia sacudió a todo el país.
Estados Unidos gasta muchos millones en el combate a las pandillas, formadas muchas de ellas, con elementos foráneos, cierto, pero también por delincuentes del mismo país norteamericano. Muestra es el presupuesto de varios millones de dólares del erario público que ya se ha aprobado para garantizar la seguridad del futuro gobernante que –desde antes de que tome posesión- tiene erizado, como cuerpo espín, al mundo, temeroso de las veleidades con las que pueda aparecer de un día para otro…
En nuestro país, repito, se están teniendo buenos logros con los planes de seguridad para la población con los programas implementados por el Gobierno, pese a la fuerte millonada que se niegan a pagar los evasores de impuestos, cuya nómina seria bueno que volviera a publicarse.