Autor: Pedro Antonio García |
[email protected]
Roa le llamó una vez el primer atleta olímpico del movimiento revolucionario cubano, nadie en tan pocos años de existencia ha podido hacer tanto: con apenas poco menos de 26 años (nació en La Habana el 25 de marzo de 1903) se vio involucrado en la mayor parte de los acontecimientos trascendentales del país en su época. Fue el alma de la Reforma Universitaria y de la FEU (1922), organizó el Primer Congreso Nacional de Estudiantes y creó la Universidad Popular José Martí (1923), fundó en 1925 la Liga Antimperialista de Cuba y estuvo entre los fundadores del primer Partido Comunista de la Isla.
En una época en que se silenciaba la faceta antimperialista del Apóstol, escribió el primer ensayo marxista sobre el Héroe de Dos Ríos, Glosas al pensamiento de José Martí, subrayando esa arista y en todo su pensamiento progresista.
Gracias a él dentro del movimiento comunista cubano posteriormente se pudo dar la articulación del pensamiento patriótico cubano del siglo XIX con las ideas del socialismo científico. Como subrayaría Lucha de clases, órgano periodístico del PC: “Con la enseñanza de Lenin, haremos una realidad el postulado de Martí adaptado al momento histórico: Con todos y para el bien de todos”.
Detenido por la tiranía machadista bajo la injusta acusación de terrorista, Mella protagonizó una huelga de hambre que conmocionó a Cuba y al mundo, pero el Partido no entendió su estrategia y le orientó abandonar la huelga. El joven no acató la orientación e incluso después de que la movilización popular venciera la obstinación del régimen y se obtuviera la libertad de Julio Antonio, este fue sancionado por indisciplina a dos años de separación de las filas. La Internacional Comunista y partidos hermanos, el de México entre ellos, criticaron fuertemente por esa medida al PC, que al final reconoció su error y derogó la sanción.
Entretanto, la tiranía machadista siguió tejiendo planes para apresar a Mella y eliminarlo físicamente. Julio Antonio tuvo que marchar al exilio y se radicó en México, donde desarrolló una destacada labor dentro del movimiento obrero y comunista de ese hermano país, lo que no le impidió seguir pensando en la emancipación de Cuba.
En 1928 organizó la Asociación de los Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC), un amplio frente de fuerzas populares antimachadistas, inspirado por la lucha de Augusto César Sandino en Nicaragua. Mella quería abrir mediante esta organización otro frente de combate contra el imperialismo en la Isla. Su plan era que un grupo de hombres armados cruzara el golfo de México y desembarcara en el oriente cubano para desencadenar allí la insurrección popular armada.
La ANERC estaba contra la venta de la riqueza nacional al capital extranjero, la discriminación racial y de género. Exigía la entrega de tierras a campesinos pobres, la jornada laboral de ocho horas, salario mínimo, derecho a la huelga y a organizar sindicatos. Es bueno aclarar que Mella nunca hizo dejación de su ideología marxista leninista, aunque discrepara con algunos líderes de la Internacional Comunista en cuanto a la táctica a seguir.
Como constituía un peligro para la tiranía machadista por sus planes insurreccionales, y para determinados sectores de la oligarquía mexicana por su labor y prestigio dentro del movimiento obrero de ese país, se planeó su asesinato, llevado a cabo en la Ciudad de México el 10 de enero de 1929. La generación del 30 perdió con él a su líder natural, figura entonces imprescindible para cimentar la unidad de las fuerzas revolucionarias.
Inspirados en los planes de Mella otros revolucionarios intentarían desencadenar años después en Cuba la insurrección popular armada. Primero fue Guiteras, quien tampoco pudo concretarla al caer en desigual combate en El Morrillo (1935), cuando marchaba hacia México. Luego (1956) lo llevaría a cabo Fidel con la expedición del Granma y la fundación del Ejército Rebelde en las lomas orientales.