César Ramírez
@caralvasalvador
El proceso de canonizar a Ignacio Ellacuría junto a otros mártires de la Iglesia Católica, es un acontecimiento de orden universal, lo celebramos desde la llanura del pueblo, desde la historia del siglo pasado que acompañó la vida y obra del rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas… ahora lo continuaremos en el Siglo XXI.
Ignacio Ellacuría constituye una institución de pensamiento crítico y social, que coincide con la crisis de Estado en los años ochenta del siglo pasado, su voz acompaña a la de Monseñor Romero que proclama la justicia en defensa de los derechos humanos, de ahí la vigencia en sus documentos que se convierten en verdaderos ensayos universales, en consecuencia, no es fortuita la fundación de cátedras de su pensamiento en diversas universidades internacionales.
Es importante indicar que el aporte de Ignacio Ellacuría es la comprensión de la sociedad, no solo la denuncia, sino el carácter que impulsa las fuerzas represivas con sus motores ocultos, es reflexión constante, puesto que identifica en sus análisis los orígenes de la violencia institucional y de los poderes fácticos.
Su vida es recorrer el camino de los grandes filósofos, en este caso con el agregado de su opción religiosa lo cual no riñe con sus propuestas en esa época sangrienta.
Durante años las acusaciones de su filiación comunista o revolucionaria fue el arma divulgativa de las fuerzas paradójicas, ello constituye el error institucional perpetuo convertido en antecedente moral, porque en nuestra nación toda oposición es comunista o todo opositor es degradado a emisario de columnas extranjeras enemigas etc.
Se debe mencionar que la vertiente de la difamación fue seguida escrupulosamente por epígonos colmados de venganza, como si la reflexión filosófica que les generaba la comprensión social, se convirtiera en el enemigo principal a destruir, así la persecución del pensamiento fue ejecutada al bombardear imprentas, divulgación de bulos degradantes, acusaciones infundadas y finalmente asesinatos de sacerdotes y catequistas.
La vida de estas personas demuestra la inagotable vigencia en sus propuestas, que no tiende a desaparecer sino a crecer en la historia universal, vivieron como pensaban en esa legítima condición de sus principios.
Memoria y realidad es la condición excepcional que ahora observamos en el proceso de canonización de Ignacio Ellacuría y otros mártires, la memoria de sus obras describe la realidad más cruel que una persona puede vivir, nos referimos a su vida, puesto que su ejecución militar fue la desesperación de eliminar la inteligencia enemiga, como en muchos casos de filósofos ejecutados en diversas naciones; memoria y realidad contiene en su vida la ineludible condición de la verdad, entonces la verdad les pertenece, es un evento extraordinario que se convierte en supra temporal.
Debemos connotar que la verdad es un acto de valientes, sean religiosos, filósofos, profanos, agnósticos etc. cada quien defiende “su verdad”, pero en el caso de Ignacio Ellacuría es la defensa de la verdad social que el Estado considera enemiga, es el Estado el ejecutor con su institución armada la que culmina la acción de eliminar al Consejo Superior de la UCA, un verdadero atropello a la inteligencia, pero al final la verdad reside en Ignacio Ellacuría y sus compañeros.
Es tiempo de estudiar esos pensamientos, porque la filosofía interpreta la realidad nacional, siempre será así, a pesar de todo. amazon.com/author/csarcaralv
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