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Sobrevivientes de la Guinda de Mayo dan testimonio de lo ocurrido en junio de 1982. Fernando Serrano, sobreviviente, habla sobre la importancia que las víctimas cuenten con un memorial para honrar la dignidad de las personas masacradas en Guarjila, Chalatenango. Foto Diario Co Latino/Silvia Quinteros.

Memorial a víctimas de la Guinda de Mayo por la justicia y la verdad

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

“Una pequeña bolsa plástica transparente con harina de maicillo en su interior”, evoca de inmediato en Dora Dubón su sobrevivencia de la masacre del Río Sumpul (1980) y la Guinda de Mayo (1982). “Esta harina se la dábamos en poquito a las personas, para que pudieran sobrevivir”, narró.

La Guinda de Mayo que inició el 27 de mayo y duró hasta el 9 de junio de 1982, al nororiente del departamento de Chalatenango provocó la muerte de miles de pobladores de esa zona, producto de masacres y desapariciones forzadas cometidas por el ejército de El Salvador y un contingente de efectivos hondureños, que llegó a casi 14,000 efectivos militares, como documenta esta operación militar.

Reunidas en la casa comunal de Guarjila, Chalatenango, este grupo de mujeres sobrevivientes del conflicto armado de la década de los años ochenta, trabajaron en una consulta colectiva sobre la construcción de un memorial que honre la dignidad de las víctimas de la Guinda de Mayo, iniciativa apoyada por la Asociación Pro-Búsqueda, el Centro Bartolomé de las Casas (CBC), y el Servicio Social por la Paz de Alemania.

Sentandas en un círculo, una a una, levantan algo del pequeño altar o memorial de la Guinda de Mayo, que esta llena de juguetes plásticos, sandalias, cántaros, cartuchos oxidados de fusil, fotos, tecomates, muñecas de tela y huacales de morro, entre otros objetos.

María Castro compartió en el círculo que en este momento y todos los días, la pérdida de la vida de su pequeña hija, continúa en su memoria sin tregua. “Era  mi niña de 4 años, que quedó en manos de la Fuerza Armada y que la asesinaron al día siguiente, encontramos sus pedacitos (…) son cosas que no se pueden borrar, porque fueron familias enteras las que perdimos”, expresó.

Norma Rivera, pedagoga teatral que trabaja para el Centro Bartolomé de las Casas (CBC) y el Servicio Social por la Paz de Alemania explicó, que estos procesos en el “altar o memorial”, muchas de las cosas que hay allí traen recuerdos dolorosos, pero también es una oportunidad para buscar una manera de honrar la memoria de sus seres queridos, a través de un monumento, parque o mural, como legado de la historia salvadoreña.

“Hay muchas cosas que se encontraron después de esa guinda, cosas dolorosas como el vestidito de una niña que murió, y otras cosas que utilizaban. Este pequeño altar o memorial es no solo para recordar el pasado, también para dar propuestas, un espacio de compartir, de sanarnos es lo que hacemos en estos talleres”, indicó Rivera.

Para el memorial se obtuvo un terreno a través de Pro-Búsqueda, y tendrá su raíz en Los Amates, lugar de donde la población civil huyó para salvar su vida cruzando a nado el río Sumpul, pero muchos perdieron la vida ahogados o masacrados por el ejercito salvadoreño. “Porque la niñez, los ancianos, las mujeres embarazadas que murieron, no fueron un daño colateral de la guerra.

La Guinda de Mayo fue un objetivo militar de exterminio, entonces nosotros nos unimos en este caso. Y es por esto que estamos consultando para que la gente diga, aporte y exprese lo que siente. Que opine sobre lo que desean que contenga el memorial, porque no podemos decidirlo desde un escritorio en una oficina, porque esto será reparación para las víctimas”, indicó.

Altar o memorial de la Guinda de Mayo, en la cual todos los componentes son vestigios de ese crimen colectivo ejecutado por miembros del ejercito salvadoreño contra la población civil desarmada. Foto Diario Co Latino/Silvia Quinteros.

Fernando Serrano, hermano de Ernestina y Erlinda Serrano (caso hermanas Serrano, por la cual el Estado fue condenado en el año 2005), recordó como un grupo de amigos lo ayudaron a pasar personas el río Sumpul, pero hubo un momento que fue superada en número y volcó, ahogándose un considerable número de pobladores.

“Fue entre siete de la mañana a doce del mediodía, que junto a dos compañeros se estuvo pasando gente que eran niños pequeños, gente mayor que no tenía posibilidades de pasar y personas que no podían nadar; con mi familia salimos y solo pudimos volver a casa veintidós días después por El Carrizal, al otro lado de La Montañona, municipio de La Laguna, que es parte de lo recuerdo de la Guinda de Mayo”, afirmó.

Con este proceso, agregó Norma Rivera, buscan que los sobrevivientes que a su vez han sido víctimas de estos acontecimientos violentos, “se abran a la vida y que honren la memoria” de las víctimas que perdieron la vida o fueron desaparecidos forzosamente por agentes del Estado, en una clara acción de exterminio.

“En estos talleres buscamos sanarnos, recordando a nuestras víctimas. Por los abrazos que nos hacen falta, por la canción de cuna pendiente, pero también por la vida. Preguntarnos, ¿qué sería de esos niños, sino hubieran muerto? porque actualmente esta nueva generación tiene carritos o muñecas para jugar. Los niños que fueron asesinados y están en la memoria solo tenían el deber de salvar sus vidas, cada día entonces, qué vamos hacer con ese sacrificio, con ese legado de su memoria”, reflexionó.

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