MEMORIAS

Luis Arnoldo Colato Hernández

En 1864, Brasil, Uruguay y Argentina a instancias de Inglaterra, agredieron al Paraguay, presidido por Francisco Solano López -calificado de tirano-, en un conflicto que duró hasta 1870 cuando finalmente Paraguay fue quebrado por aniquilación.

El estado paraguayo fue reducido entonces en favor del Brasil en 334 kilómetros, que aún se disputan en tribunales internacionales.

Más terrible que ello, sin embargo, fue la brutalidad de aquel conflicto, que derivó en el exterminio, pues los historiadores de la época reportan entre el 50 y el 80 % de su población suprimida, y hasta el 90 % de la masculina eliminada.

Hay, sin embargo, que señalar que la razón ulterior subyace en que con Solano López el país alcanzó un desarrollo sin paralelo debido a su industria pesada, generadora de una producción de alta calidad nunca equiparada en latinoamericana [que a pesar de los recursos abundantes en la región, son tutelados por terceros] lo que ubicaba al Paraguay de 1864 como un agresivo competidor regional no deseado para las potencias de entonces (Inglaterra, Francia y EU).

Esta delación de tan chocantes hechos cabe al realizar un abordaje de la actual situación venezolana, que enfrenta la agresión estadounidense, brasileña, colombiana, peruana y argentina, que ven en el modelo desarrollista venezolano una amenaza paralela a la que en 1864 vieran el imperio brasileño, Argentina y Uruguay.

Esto porque Venezuela, desde finales de los 90, generó el “socialismo del siglo XXI”, que administra los recursos nacionales y que antes significaron beneficios solo para las élites, quienes gestionaron a precio de remate el petróleo y el gas, empobreciendo y devastando al territorio, que era agotado en la sustracción (Informes de la OPEC), mientras la población sufría carestías, violencia social, política, y que recurrió a la sublevación como salida legítima a su drama, destacándose el “Caracazo” de ´89, saldado con miles de ejecuciones civiles.

Entonces las condiciones de lipidia eran generadas por las políticas económicas internas;  en cambio ahora las carencias son provocadas por el sitio impuesto desde EU, que estrangula su economía, impidiendo hacerse con los recursos no producidos territorialmente, lo que suma al sabotaje de las élites locales, así como la violencia inducida por sus vecinos.

Ahora, en la coyuntura presente, la oposición invoca el artículo 350 de la constitución para justificar la asunción del ejecutivo, sin ser procedente, pues el texto del mismo reza: “…el supremo (equivalente a nuestra corte suprema), designará y la asamblea ratificará…”, lo que deriva en una acción maliciosa que es descalificada jurídicamente, dada la flagrante manipulación del texto constitucional, constituyéndose un franco intento de golpe de Estado, facultando al gobierno emprender las acciones debidas para restaurar el orden (art.229Cn/Ven).

Entonces se crea artificialmente el escenario que los actores externos generaron para justificar la intervención, que en paralelo a 1864 emprenderán los acólitos locales, quienes esperan legitimarse emprendiendo esta aventura para favorecerse de los recursos venezolanos mientras además se cargan a un indeseable que da mal ejemplo político de convivencia y desarrollismo, y que es otra ilegal infamia histórica injustificable.

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