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Menos política y más familia, más vida

Por Alejandro A. Tagliavini*

La Convención del partido Republicano recibió a Donald Trump en un auditorio de Charlotte, Carolina del Norte, para intentar durante cuatro días convencer a los votantes de que el 45º presidente de EE.UU. merece un segundo mandato. Sin competencia, fue abrumadoramente nominado para enfrentar al Partido Demócrata que lleva a Joe Biden.

En un show efectista, Trump viajó por sorpresa para aceptar la nominación y habló durante una hora a pesar de que, en un momento, dijo “para terminar” y aun proseguir 20 minutos más. Ha moldeado el Partido a su antojo tanto que el Comité Republicano anunció que, por primera vez en su historia, no adoptará un nuevo programa electoral, sino que “continuará apoyando la agenda de América Primero”. “Ya no es el Partido Republicano. Es un culto a Trump”, lamentaba el analista Bill Kristol.

Poco antes, su jefa de campaña, Kellyanne Conway, que lleva con el presidente desde 2016, anunció que dejará la Casa Blanca terminando una situación sorprendente: una de las consejeras más cercanas al presidente es, a su vez, esposa de una de las voces más críticas del mandatario, el abogado George Conway, miembro de The Lincoln Project, un grupo de republicanos que pugnaba contra su reelección.

Nadie sabe cómo no se han divorciado. “Discrepamos en muchas cosas, pero estamos unidos en lo que más importa: los niños”, afirma Kellyanne. “Por ahora, por mis queridos hijos, será menos drama y más mamá”, añade. El marido también anunció que deja el grupo opositor para dedicar tiempo a su familia.

Kellyanne es una estrella, inventora de la expresión “hechos alternativos” para justificar errores, como cuando exageraron la cantidad de personas que asistieron a la jura del cargo presidencial o el inexistente atentado terrorista de Bowling Green. Entretanto, su esposo atacaba al mandatario al punto que “Tú. Estás. Loco” escribió así con puntos separados. A lo que Trump respondió en Twitter, llamándole “perdedor total” y “marido infernal”.

Las clases en remoto de sus cuatro hijos por culpa de las cuarentenas han empeorado las cosas. La hija, Laura, de 15 años, es una celebrity. En junio, la niña empezó a usar TikTok con el nombre ShortFakeBlonde (FalsaRubiaBajita) para criticar a Trump, luego a su madre y, finalmente, a su padre. Entre otros posteos, aparece haciendo twerking (“menear la cola”) en la cocina de su casa con música de hip-hop y letras describiendo el aparato genital femenino. Finalmente, anunció que iría a los juzgados a pedir que sus padres dejen de tener tutela sobre ella.

“Más familia y menos drama”. No es casual que la actividad política destruya familias, por el contrario, suele suceder. Hay muchos tipos de empresas, pero para el caso, veamos los extremos. Las del tipo militar, piramidales, jerárquicas, como el Estado que se basa en el monopolio de la violencia -tu ganas, yo pierdo- con el que, al imponerse sus leyes, instala el conflicto. Y, en el otro extremo dentro del sector privado, el networking donde las personas interactúan y cooperan voluntariamente para beneficio de todos: tu ganas, yo gano.

En las primeras el conflicto y, por ende, el egocentrismo es el modus operandi, en las segundas el sistema retribuye por ayudar a otros, creando una gran fuerza entre los distintos participantes, es un sistema basado en relaciones interpersonales, en virtudes humanas, y crea una gran sinergia entre profesión y familia.

*Asesor Senior en The Cedar Portfolio  y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini

www.alejandrotagliavini.com

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