Por Hui Min Neo/Geza Molnar/Berlín/Roszke/AFP
La canciller alemana Angela Merkel fue abucheada al visitar este miércoles un centro de refugiados objeto de violentas protestas por parte de militantes xenófobos de extrema derecha, sildenafil mientras prosigue el incesante flujo de migrantes y refugiados hacia Europa.
La canciller fue abucheada a su llegada al centro de Heidenau (este) por unas 200 personas que corearon consignas como «¡traidora!» o «somos la jauría», illness en alusión al término usado por un miembro del gobierno para denunciar los actos xenófobos de la extrema derecha.
Varios automovilistas hicieron sonar sus cláxones cuando pasaron por el lugar donde se hallaba Merkel, siguiendo los llamados en ese sentido de los grupos extremistas en las redes sociales.
En su visita a este centro, la canciller debía reunirse con refugiados, el personal del lugar y representantes de las fuerzas de seguridad.
Durante la visita, Angela Merkel aseguró que no habrá «ninguna tolerancia» con las agresiones «abyectas» de la extrema derecha.
«Hay que decirlo claramente: no habrá ninguna tolerancia para quienes cuestionan las dignidad de otras personas», dijo la canciller.
Merkel ya había calificado de «abyectos» los actos de violencia xenófoba que se produjeron en torno a este centro de Heidenau el pasado fin de semana, que se saldaron con dos noches consecutivas de duros enfrentamientos entre la policía y grupos de extrema derecha.
Pocas horas antes de esta visita de Merkel, otros dos nuevos incidentes contra centros de acogida de refugiados –un intento de incendio y una agresión frustrada– se produjeron entre el martes y el miércoles en el este de Alemania, sin causar heridos.
Caos en la frontera húngara
Esta ola de xenofobia de grupos de extrema derecha se produce en momentos en que no cesa el flujo migratorio hacia Europa.
El jefe de la policía de Hungría –país miembro de la UE– anunció que más de 2.100 agentes serán enviados a la frontera del país con Serbia, para hacer frente a la ola de llegadas de migrantes.
Este mismo miércoles, la policía húngara lanzó gases lacrimógenos para impedir que unos 200 migrantes salieran de un centro de recepción para refugiados en Roszke, localidad húngara fronteriza con Serbia, país no miembro de la UE.
Según la policía, muchos refugiados rehusaban que se les tomara huellas digitales. «La policía intenta calmar la situación, pero los migrantes siguen gritando» dijo un portavoz. La AFP constató no obstante que posteriormente se recobró la calma en el lugar.
El martes, un nuevo récord de 2.500 migrantes habían ingresado en Hungría –sirios, afganos, paquistaníes en su mayoría–, procedentes de Serbia, contra 2.000 la víspera. El país ha registrado 100.000 solicitudes de asilo desde enero y está construyendo una valla metálica para cerrar su frontera.
Por su lado, Berlín anunció el martes haber renunciado a reenviar a los sirios al país por el que ingresaron en la UE, una medida que se aplica desde hace tiempo. Bruselas saludó este gesto de «solidaridad».
«Europa está en una situación que no es digna de Europa, tenemos que decirlo» explicó esta semana la propia Merkel, que exhortó a «un diálogo con los ciudadanos» y a una justa repartición en el seno de la Unión Europea en la acogida de los refugiados.
Alemania está en primera línea en la crisis migratoria que afecta a Europa, considerada la más grave de este tipo desde el fin de la II Guerra Mundial. El país espera unas 800.000 demandas de asilo en 2015, cuatro veces más que el año anterior.
Refiriéndose a los actos xenófobos en Alemania, el presidente del país Joachim Gauck criticó lo que denominó la «Alemania oscura».
Sin embargo, el 60% de los alemanes considera que el país tiene los medios de acoger a todos los refugiados, según un sondeo de la cadena ZDF del 21 de agosto. Por ello, la opinión pública considera chocantes los actos xenófobos contra los centros de acogida en Alemania.