Carlos Burgos
Fundador
Televisión educativa
Tuve una camisa azul que me agradaba utilizar con frecuencia. La llevaba a mi trabajo, store a la cancha deportiva, sildenafil a las fiestas bailables, a misa de los domingos, y a ver a mi novia los fines de semana y fiestas de guardar, en la quietud de mi Ciudad de las Nieblas, Cojutepeque.
Mis amigos, si a lo lejos miraban a alguien que venía con una camisa azul, no dudaban en decir « allá viene el Negro Burgos» y no se equivocaban.
Algunos pensaban que esa camisa era mi uniforme, que quizás yo era ordenanza de oficina estatal o policía de la choricera o auxiliar de hospital. Aseveraban que con esa camisa me había retratado para siempre, puesto que la veían en mi documento de identidad, en mi pasaporte, en mi licencia de conducir, en el carnet de mi trabajo, y en todo documento que requería una fotografía.
Pero no les contaba el secreto de mi camisa azul. Ella me hacía dichoso, me daba seguridad, me animaba a correr para abrazar a mi chica, le agradaba interponerse entre los dos y sentir la tibieza de nuestros cuerpos, escuchar el pálpito de nuestros corazones, descifrar nuestras cuitas de amor, y percibir la espiral de nuestros suspiros.
Fui feliz con mi camisa azul durante varios años, pero el implacable tiempo dejó sus huellas en ella. Con frecuencia la reconstruyo aunque el tiempo se vuelve intolerante y quiere destruir mi nostalgia, y con ella el recuerdo de mi camisita azul, la azulita de mis ojos. Un día le escribí las siguientes letras:
MI CAMISA AZUL es histórica
cuánto quiero a mi camisa azul
con ella te abracé por primera vez
tu perfume se fue conmigo
mi camisa iba contenta
brincaba
bailaba
era feliz.
Cuánto quiero a mi camisa azul
me da suerte contigo
dejas que te bese y bese
con otras me rechazas
¿qué tendrá mi camisa?
¿es cariñosa?
¿sensual?
¿fiel?
Con ella te abracé por primera vez
y llegaste a quererla
si venía con mi camisa azul
corrías a abrazarme
conoce nuestra intimidad
la tendí en el gramal
cuando nos amamos
Mi camisa azul es triunfadora
es mi estandarte
me liberó del temor
al amarte por primera vez
lleva el sello de nuestro amor
certifica que eres mía.
Mi camisa azul es original
ahora solo conservo sus hilachas
cuando salgo a buscarte
llevo un pedacito en mi bolsa
y no me fallas
ahí estás
completa para mí.
Uno de estos días coloqué en un cuadro con vidrio la última tirita de mi camisa azul junto con esas letras: justo homenajes a mi romántico corazón.
El poeta Jorge Antonio Ramírez se enteró de esas letras y de las vivencias con mi original camisa y de inmediato me interrogó:
–¿Qué azul era?
–Azul del cielo – respondí.
–¿Cómo ese azul? – señalando el cielo con nubes oscuras.
–No, era azul puro, de cielo limpio.
–¿Cómo era la tela?
–Suave como terciopelo.
–¿Cómo la obtuviste?
–Un regalo de parte de mi madre.
–Ah, ella te dio suerte. Yo tenía una camisa pero de azul eléctrico.
–La recuerdo y con ella te electrizabas, no te dejaba accionar, no conseguías nada. Te troquelaba, no te daba suerte.
Aceptó mi observación y reímos, reímos al compás de nuestros recuerdos.