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“Mi hermano forma parte de la historia y el cambio en este país”: Juan Estrada

@GloriaCoLatino

Juan llega con su maletín al hombro que está colmado de flores. En su camiseta lleva estampado el rostro de Monseñor Óscar Romero, view busca entre los desaparecidos de 1981,  el nombre de su hermano José Antonio Estrada, le dedica un momento para una oración y derramar algunas lágrimas en silencio, rodeado de más, de  29 mil nombres entre desaparecidos forzosamente y asesinados en la década del conflicto armado una parte de la población salvadoreña debe conformarse con este mural denominado “A la Memoria y la Verdad”.

“Mi hermano tenía 27 años y era integrante de una organización revolucionaria, cuando lo desaparecieron. Yo tenía solo 13 años de edad y mi madre lo buscó por las morgues, hospitales y cuando aparecían los cadáveres íbamos a ver, y no lo encontramos; ahora pienso que la lucha de mi hermano tiene un testimonio de justicia y que ya forma parte de la historia y el cambio social que se gesta en este país”, declaró.

El Monumento a la Memoria y la Verdad es un espacio memorial de 85 metros de largo, recubierto de placas negras de granito en donde están esculpidos 30 mil nombres de personas que fueron desaparecidas forzosamente o fueron asesinados durante las décadas de los años 70 a los 90, en el contexto del conflicto armado civil de El Salvador.

Las flores desafían su equilibrio en un espacio reducido del nombre de su hermano aquí -afirmó- Juan viene al recordar los pasajes de su infancia con José Antonio, y la armonía que existió entre ellos.

“Después de la firma de los Acuerdos de Paz se buscó nuevamente a José, unas personas nos comentaron que gente de alto nivel (militar) lo desapareció y fue lanzado allá, por la Puerta del Diablo (Planes de Renderos) pero es difícil porque no se pudo hacer nada …con el tiempo la misma situación que vamos envejeciendo nos quedan menos fuerzas para seguir buscándolo”, afirmó.

No obstante, reconoce que su hermano luchó incansablemente para una transformación social y que fue ese amor a la patria, lo que ha llevado a que mucha gente y familiares lo tilden de forma despectiva como “guerrillero”, sin entender el proceso que conllevó a este grupo de salvadoreñas y salvadoreños a entregar sus vidas por ideales colectivos y de bien común.

“Aquí hay mucha gente que se cree lo que dicen los diarios que estamos en la crisis -pero dígame- cuando la gente más pobre, los que hemos sido invisibles por décadas ahora contemos con los zapatos, uniformes y cuadernos para nuestros hijos; que compremos barato el gas propano o la salud …claro la gente no entiende porque la asustan con las noticias y se lo creen muchos, eso es lo lamentable creyendo que un millonario al frente del gobierno es ideal, cuando sabemos que son los que roban más”, expresó.

A unas bancas de distancia y frente a un altar de flores blancas y velas, observa a los visitantes Wilfredo Mármol Amaya, psicólogo de profesión, quien llegó ante el llamado de la Secretaría de la Cultura que forma parte del gobierno municipal de la ciudad capital, a cargo del Alcalde Nayib Bukele, para prestar atención anímica y emocional.

“Estamos aquí para apoyar las actividades que se van a realizar alrededor de este 2 de noviembre y en especial ante el monumento de la Memoria y la Verdad, que como es tradición buena parte de la familia salvadoreña viene a este encuentro espiritual, ya que no tienen un lugar para  honrar a sus familiares y en donde convincentemente estén los restos de sus seres queridos. Y como Alcaldía Municipal se quiere brindar todas las condiciones”, explicó.

“El luto congelado”, así explicó Mármol la pérdida de estas personas que aún no encuentran los restos de sus seres queridos y no han podido darles una cristiana sepultura, entonces el monumento a la “Memoria y la Verdad” se constituye en un espacio similar para honrar sus vidas.

“Cuando se procesa el duelo y hay una aceptación de que ese ser querido, ya no se encuentra con nosotros… esa aceptación permite a nivel individual, familiar y comunidad, una oportunidad de crecimiento hacia el futuro en el entendido que los valores, enseñanzas y las experiencias convividas con nuestros seres queridos, no son útiles para nuestro proyecto de vida y cuando una familia fue separada por un desaparecimiento o arrebato de vida por cuestiones ideológicas, esto deja una herida abierta, cuando no sabemos que pasó realmente con nuestros familiares y por lo tanto, un luto congelado o no procesado mantienen un sentimiento de desesperanza por no saber donde se encuentra y esperanza que algún día se sepa toda la verdad de lo que ocurrió con ellos ”, puntualizó.

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