Por Ricardo Sosa
Doctor en Criminologia
Docente universitario certificado
El año escolar 2025 ha iniciado y marca la continuidad de la educación salvadoreña con la implementación de la reforma denominada “Mi Nueva Escuela” que se lanzó en septiembre del año 2022. Esta iniciativa, audaz y necesaria, promete transformar radicalmente el sistema educativo, abriendo una serie de oportunidades para nuestros estudiantes y, por ende, para el futuro de nuestro país.
La nueva currícula, más dinámica y enfocada en las competencias del siglo XXI, es una de las piezas clave de esta reforma. Al abandonar los esquemas tradicionales y rigidizar la enseñanza, se busca fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de resolver problemas. Esto no solo permitirá a nuestros jóvenes adaptarse mejor a un mundo laboral cada vez más exigente, sino que también los convertirá en ciudadanos más activos y comprometidos.
Los beneficios de esta reforma trascienden el aula. Al invertir en infraestructura escolar y dotar a los centros educativos de tecnología de punta, se está creando un ambiente de aprendizaje más estimulante y atractivo. Esto, a su vez, contribuirá hacer más atractivo asistir a las escuelas, de hecho, continúan las matrículas, y a mejorar el rendimiento académico de los estudiantes.
Además, la reforma pone el énfasis en la formación integral de los estudiantes, promoviendo el desarrollo de sus habilidades sociales, emocionales y cívicas. Al cultivar valores como la solidaridad, el respeto y la tolerancia, se está construyendo una sociedad más justa y cohesionada.
Para el presente año se inician cambios relevantes y significativos como educación financiera, incorporación de la inteligencia artificial el complemento de toda la tecnología entregada a todos los estudiantes en la actual gestión, los nuevos bachilleratos técnicos con especialidades que son pertinentes, adecuados y que han generado una gran expectativa en toda la comunidad educativa que esperan con ansias finalizar el tercer ciclo y que van a dinamizar los sectores: de servicios, industrial, agrícola, comercial, tecnológico.
Algunas de las innovaciones son en bachillerato industrial existe aeronáutica, electromecánica, electrónica, electricidad de motores, software y redes. En el comercial hay especialidades en gestión administrativa y logística, comercial y de transporte. En el de servicios, pretende incluir salud, bienestar social y turismo.
Algo que era muy remoto imagniarlo, ahora es una realidad.
Sin embargo, es importante reconocer que la implementación de una reforma de esta envergadura implica desafíos. La capacitación de los docentes, la adaptación de los materiales educativos y la participación de las comunidades educativas son tareas fundamentales que requieren de un esfuerzo conjunto y sostenido, sobre los cuales se está trabajando, es todo un trabajo en equipo no solo del ente rector. Y por cierto la formación y capacitación de los docentes no solo contiene los procesos sino estándares de formación de calidad que es algo innovador en América Latina, lo cual en mi opinión es y será trascendental.
El trabajo del MINEDUCYT y de todo el equipo de trabajo es enorme y se debe de reconocer el esfuerzo, el compromiso y la pasión por el servicio a toda la comunidad educativa. Las y los maestros son formadores de nuevas generaciones.
Como docente certificado para el nivel de educación superior me llena de mucha expectativa que este modelo transforme la educación, y podamos recibir en las universidades señoritas y jóvenes con una mayor preparación y competencias, y que podamos ser testigos que “conocieron, comprendieron y aplican lo que saben”. Por supuesto que este es un esfuerzo que podremos ver resultados transformadores entre 5 y 15 años, no esperemos y rompamos con la espera de resultados instantáneos. Pero no quiere decir que no esperemos nada en los primeros cinco años.
En conclusión, “Mi Nueva Escuela” representa una apuesta por el futuro de El Salvador.
Al transformar nuestro sistema educativo, estamos brindando a las nuevas generaciones las herramientas necesarias para alcanzar sus metas y construir un país más próspero y equitativo. Es hora de abrazar este cambio y trabajar juntos para hacer de esta reforma un éxito como padres de familia y ciudadanos. Que el 2025 sea año del favor de Dios para todos los estudiantes, maestros, padres de familia, autoridades y colaboradores del MINEDUCYT