Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Mi padre estaba trabajando en el Seguro Social (ISSS), de Zacatecoluca, cuando enfermó, al principio estuvo atendiendo pacientes, luego llegó a la casa con calentura y desde ahí, se fue al hospital. No le hicieron pruebas, pero al final era esa enfermedad, él tenía 53 años”, relató Nicole, al recordar a su padre, doctor Carlos Enrique Barahona Gálvez.
Las afueras de la Rotonda, edificio que ocupó históricamente la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador (UES), recibió a familiares del personal de salud que fallecieron durante la atención de la pandemia por COVID-19, participando en un acto ecuménico que honró la memoria colectiva.
“Nos avisaron de su muerte el 29 de junio, solamente. Y creo que este acto ecuménico para mí y la familia es un honor, porque mi padre murió en un acto de valentía al enfrentar la pandemia, atendiendo pacientes”, Agregó Nicole.
El Movimiento por la Salud “Salvador Allende”/Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) rindieron un reconocimiento memorial a 142 personas del personal de salud, que ha fallecido durante la pandemia del COVID-19, en el país, explicó la médico, Fátima Alas.
“Este acto ecuménico es para estos hombres y mujeres, que ofrendaron su vida, atendiendo la pandemia por COVID-19, y como ALAMES, consideramos este sacrificio y que debe ser reconocido por el Estado salvadoreño”.
Asimismo, señaló que las autoridades de Gobierno deben recordar el decreto legislativo 723, que se relaciona con una compensación económica para familiares de profesionales y trabajadores de la red pública de salud que fallecieron a consecuencia del COVID-19, y neumonías atípicas, durante el período en específico del 14 de marzo al 23 de julio del presente año.
“Como ALAMES consideramos que es un hecho justo que debe garantizarse, y reiteramos nuestra disposición para entregar también, la base de datos como Movimiento por la Salud ‘Salvador Allende’, y que se elabore un registro unificado oficial”, agregó Alas.
La sensación de pérdida y que pudo hacerse “algo mejor y coordinado”, es la opinión de Teresa Calvo, tía de Nicole, quien reseñó que la muerte del doctor Barahona Gálvez ha afectado a sus tres hijos y su esposa, que calificó de “terrible” por el impacto que ha generado su deceso.
“Yo creo que hubieran tratado de darles el mejor equipo de prevención, asear bien los hospitales, porque arriesgaron miles de vidas, que ahora han caído, no los cuidaron y quizás así pudieron salvarles la vida. Porque él no solamente hacía su trabajo, iba a donde nadie quería ir, cuando nadie quería ser voluntario, pero él como buen médico que quería que la gente recibiera el tratamiento. Ni llegaba a la casa para no contagiar a mi hermana y siempre se contagió, ahora, está un poco mejor de salud y no ha venido porque emocionalmente está destrozada”, expresó.
Entre las peticiones principales de ALAMES, a favor de la contribución de atención médica, enfermería y servicios a la población salvadoreña que resultó contagiada de COVID-19, el doctor Alex Coreas peticionó destinar oficialmente la Plaza La Salud a la memoria del personal de salud, desde una visión ecológica, que por ahora se constituye en el paso peatonal de miles de pacientes que acuden a diario al Sistema Sanitario de Salud.
“Consideramos que ante la alteración de los procesos de duelo y luto de los familiares, se debe incorporar como eje estratégico la atención a la salud mental y seguimiento por parte del Estado. Porque las condiciones en las que se dieron las muertes de los trabajadores dejan un proceso abierto que debe ser atendido. Y sin olvidar la aplicación de exámenes de detección de COVID-19, que deben volverse rutinarios, con fechas establecidas para todo el personal de salud, y mecanismos de atención de salud domiciliar y hospitalario para evitar complicaciones posteriores”, señaló Coreas.
El acto ecuménico que fue precedido por los religiosos: padre Roque Regalado (de la Iglesia católica), Presbítero Ricardo Cornejo (Iglesia Luterana Salvadoreña), pastor Julio César Ulloa (Iglesia Bautista Latinoamericana), obispo David Alvarado (Iglesia Anglicana) y el pastor Miguel Castro (Iglesia Bautista Enmanuel).
En el oficio religioso expresaron que la pandemia no solo ha generado problemas sanitarios, sino también sociales, económicos y políticos, y que aún permanece como amenaza ante la población salvadoreña.
Y compararon el trabajo de médicos, enfermeras, personal administrativo, de servicios y vigilancia como los garantes de la “Buena Nueva de la salvación espiritual, de servir con amor y que como buenos samaritanos y samaritanas, antepusieron su vida para garantizar el derecho humano a la salud de la población más pobre”.
Ante la tasa más alta de personal médico fallecido en Centroamérica, el Movimiento por la Salud “Salvador Allende”/Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) informó que la pandemia ha impactado de una manera severa al sector profesional médico y enfermería así como, el personal básico de servicios que son estratégicos para atender los establecimientos y atender crisis sanitarias.
“La situación de la salud en el país ya era compleja antes del COVID-19, y que ahora, debe ser prioridad del Estado salvadoreño construir propuestas para dar una respuesta integral. Según nuestras cifras, tenemos 142 fallecidos, segregados por sexo: son 95 hombres y 47 mujeres. Por profesión: médicas y médicos 58; Enfermería 31, Servicios Generales y Administrativos 30; otras profesiones 21 y estudiantes de medicina 2”, informó Fátima Alas.
El acto fue apoyado por la Fundación SHARE y PROVIDA. Karen Ramírez afirmó que el tributo a la memoria del personal de salud, era importante para la historia de las personas defensoras de derechos humanos.
“Esta gente fue muy digna, entregó su vida salvando la de otros, para nosotros es importante recordar que sus aportes, no caigan en el olvido y que su ofrenda fue garantizar el derecho a la salud”, puntualizó.
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