Aunque casi nunca escribo en primera persona, hoy quiero hacerlo, porque pretendo que esta sea mi última celebración del día del periodista, porque, en 2017 cumplo mis 60 febreros y voy a poner la fecha porque al igual que el loco Abreu yo tampoco le tengo miedo al 13, ni porque los cabalísticos digan que es el número de mala suerte ni por los de la calle 13. Nací el 13 de febrero de 1957.
Mi verdad… es que estoy convencido que debo jubilarme y prefiero derivar de la palabra júbilo mi retiro de las labores periodísticas porque creo firmemente que son cientos de jóvenes periodistas que perfectamente pueden ocupar con capacidad, entrega y vocación el cargo que les asignen en cualquier medio de comunicación sea este escrito, televisivo o de radiodifusión.
Yo se que muchos viejos como yo se imaginan que al dejar el trabajo se morirán de tedio o que -su trabajo es su vida- y… quizás tengan razón, pero yo me mantengo firme en que ese es un pensamiento totalmente egoísta porque no se piensa en nadie más que en uno mismo y se que no debo ser así: ¡egoísta! Porque muchos jóvenes ahora viven y sufren el desempleo por culpa de que tanto viejo como yo no quiere dejar esos puestos que los jóvenes deben ocupar.
Los que ya pasamos los 60 años tenemos que pensar en que el promedio de vida de nosotros aquí en nuestro país, y otros, circunda por los 75 años. ¿Por qué no dedicar esos 15 años más a otra actividad? ¿Por qué no dedicarlo a la esposa si no es viudo? ¿a los nietos? El egoísta no sufre por otros solo por si mismo y ¿justificaciones? Sobran. Yo no puedo dejar de darle la razón a muchos ancianos que alegan que las pensiones en nuestro país son muy bajas que no alcanzan ni siquiera para media canasta básica. Pero insisto ¿y los jóvenes? Los acusamos de vagos, de ladrones, de mareros, de malcriados, de bolos y puedo seguir… pero ¿será justo?
No puedo negarlo, he disfrutado mi trabajo que lo inicié en 1980 en El Independiente de don Jorge Pinto h. (Jorgito) luego pasé a Diario El Mundo y compartí con Rodolfo Vásquez como jefe de Redacción y con don Cristóbal Iglesias como Director. Luego trabajé con don Mario Rosental en News Gazzete y de ahí pasé a Diario Latino de don Miguel Pinto h. Y trabajé en Radio Cadena Sonora con don Roberto Castañeda como Director y en la Asociated Press (AP) con Arthur Allen, como jefe corresponsal.
No puedo olvidar a ningún jefe o compañero de estas luchas por llevar información libre de presiones ideológicas o económicas que estaban representadas por los sobornos denominadas institucionalmente “mentas” y que se habían transformado en parte de los salarios de quienes ejercían el periodismo, más como oficio que como una profesión y esa lucha… se ganó… porque muchos informadores de mi generación graduados o no, alcanzamos ese propósito de no aceptar en ninguna institución pública, autónoma, semiautónoma o privada ninguna prebenda. Llegar a ese convencimiento no era fácil porque todos los que entramos al periodismo en los años 80 éramos tentados por la corrupción… a esas alturas, ya tradicional.
Seguramente, aunque ya hay varias historias, en otro momento explicaré sobre la “menta” y por qué, pero por hoy lo más importante para mí es continuar en este pensamiento de viejo a punto de jubilarse, insistiendo en que si planificamos son muchas tareas las que haríamos y yo ya me apunté en las carreras de 10 kilómetros, en la música, en el ITCA para aprender inglés (previene el Alzhaimer) y en la iglesia.
¡Manos a la obra viejo!