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Fotografía Guillermo Martínez/Diario Co Latino

El miedo y la muerte rondan mientras llueve en el norte de Centroamérica

Por Henry Morales Arana

Chinautla/AFP

Cuando empieza a llover, Thelma siente mucho miedo. Su precaria casa está a merced de un río que crece por las lluvias en Guatemala, donde al igual que en Honduras y El Salvador, este año dejaron una estela de muertes por deslaves e inundaciones.

Su vivienda de bloques de concreto y láminas de zinc también es vulnerable a la correntada que baja por una calle de tierra y los fuertes vientos que azotan mientras llueve en este asentamiento del poblado indígena de Chinautla, 5 km al norte de la capital guatemalteca.

«Aquí no vivimos seguros», señaló la mujer de 27 años y madre de tres niñas. A la más pequeña la carga en brazos mientras enseña las grietas que los aguaceros han causado en su casa, donde un par de camas húmedas están apiladas en una esquina.

Las otras dos hijas, de 3 y 5 años, se entretienen viendo dibujos animados en un viejo televisor que una vecina resguardó hace algunos días cuando un temporal levantó el techo de su casa.

La comunidad está integrada por un centenar de familias perseguidas por la desgracia: son trasladadas de otros sitios donde años atrás vieron cómo el contaminado río Las Vacas se llevó sus casas y pertenencias.

Thelma anhela un lugar seguro para mudarse pero lamenta su pobreza y, con miedo, se aferra a su fe. «Vamos a aceptar lo que Dios quiera», dijo.

Peligro constante

La temporada de lluvias en el norte de Centroamérica, que inicia en abril y se extiende hasta noviembre, cada año provoca inundaciones por la crecida de ríos, deslaves, derrumbes en carreteras y otros daños, inclusive dejando muertes a su paso.

En lo que va de 2017, los aguaceros han dejado 15 muertos en Guatemala, cuatro en El Salvador y seis en Honduras, según los organismos de protección civil.

Entre 2012 y 2016, los fallecidos por lluvias en el Triángulo Norte de Centroamérica suman al menos medio millar.

Este año hay miles de afectados en los tres países debido al cierre de carreteras por derrumbes, inundaciones y la suspensión de energía eléctrica y otros servicios básicos, mientras el peligro crece porque el agua ha saturado los suelos.

Las constantes precipitaciones provocaron el martes pasado un gigantesco deslave en el poblado indígena de San Pedro Soloma, en el oeste guatemalteco cerca de la frontera con México, que dejó 12 muertos.

El deslave hizo recordar la tragedia del 1 de octubre de 2015, cuando murieron 280 personas tras el desplome de un cerro que sepultó la aldea El Cambray II, al este de Ciudad de Guatemala.

Los vecinos de Chinautla, también rodeados por cerros, ruegan por que no ocurra una catástrofe similar y esperan que las autoridades pueden mejorar sus condiciones, aunque el municipio cuenta con un historial de corrupción en la construcción de infraestructura reflejado en grandes puentes que nunca fueron terminados.

«Aquí siempre dejan a medias las cosas, no las terminan», precisó Amalia Calito, un ama de casa de 34 años que subsiste por la elaboración de jarrones y muñecos de barro.

Países vulnerables

Centroamérica y varios países latinoamericanos integran la lista de zonas vulnerables al cambio climático, sobre todo por la intensificación de las lluvias y la prolongación de las sequías, de acuerdo con organismos internacionales.

«La población tiene que estar consciente de que vivimos en un país con vulnerabilidades, siempre debemos estar prestos a enfrentar situaciones generadas por terremotos, inundaciones y otros fenómenos naturales», declaró Jorge Meléndez, director de Protección Civil de El Salvador.

Las autoridades salvadoreñas, al igual que sus vecinos de Honduras y Guatemala, mantienen elevados sus niveles de alerta para atender las emergencias en los meses lluviosos.

Sergio Cabañas, jefe de la protección civil de Guatemala, agregó que la contaminación y deforestación han mermado las barreras naturales frente a los desastres.

«Tenemos poca cultura de reducción de desastres, ya que tiramos la basura por todos lados, lo que tapa los tragantes y los ríos, que es parte de la causa de que nos inundemos», puntualizó el funcionario.

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