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Migrantes en ciudad fronteriza mexicana de Reynosa temen por cambios en política migratoria de EEUU

Por José Gabriel Martínez, Meng Yifei y Wu Hao REYNOSA,

México/Xinhua

A menos de un mes del cambio de administración en Estados Unidos, centenares de migrantes en los albergues Senda de Vida, en la ciudad de Reynosa, en el estado mexicano de Tamaulipas (noreste), se sienten embargados por una mezcla de incertidumbre y temor.

Los continuos anuncios del presidente electo, Donald Trump, en el sentido de implementar estrictas medidas migratorias y deportaciones masivas superiores a las de su primer mandato (2017-2021) han intensificado las preocupaciones entre quienes buscan asilo en Estados Unidos, al aspirar a construir allí una mejor vida para ellos y sus familias.

En el albergue Senda de Vida I de Reynosa, a menos de 50 metros del río Bravo, que marca la línea fronteriza entre México y Estados Unidos, Carolina López, una joven de 21 años procedente del municipio La Blanca, en Guatemala, relató su experiencia a Xinhua.

«Estoy temerosa de los cambios que puedan llegar con la nueva administración estadounidense», dijo la joven refiriéndose a los anuncios de Trump y de otros políticos que integrarán su gabinete.

López salió de su país semanas atrás para escapar de la violencia y la pobreza, y ahora espera de forma paciente su cita a través de la aplicación CBP One, aunque reconoce que regresar a Guatemala no es una opción viable, incluso si la aplicación deja de existir.

La herramienta, gestionada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, ha funcionado en los últimos dos años como la única vía para las solicitudes de asilo e integración familiar por motivos humanitarios de ciudadanos de algunas nacionalidades.

La posibilidad de mayores restricciones a la inmigración en Estados Unidos y la eventual eliminación de la vía existente para solicitar asilo, teme Carolina, podrían obligar a muchos migrantes a tomar rutas aún más peligrosas para intentar cruzar.

Durante su campaña para un segundo mandato presidencial y tras ser electo, Trump ha reforzado su retórica sobre la inmigración, al presentarla como una de las principales prioridades de su agenda. Entre sus promesas se encuentra la intensificación de medidas para construir un muro más extenso en la frontera con México, la implementación de políticas más estrictas para la deportación de inmigrantes indocumentados, la adopción de mayores restricciones al acceso de asilo y el reforzamiento de la presencia de agentes de migración.

Prometió, además, reformar el sistema migratorio para favorecer una inmigración «basada en méritos», restringiendo las oportunidades para la reunificación familiar. Las posturas y promesas de Trump respecto a la inmigración han generado divisiones significativas, con críticos que advierten sobre las consecuencias humanitarias, así como defensores que elogian su enfoque en seguridad y economía.

El migrante del estado mexicano de Guerrero (sur), Ramón Martínez, lleva un mes en Reynosa junto a su hermana y sobrina. Martínez dijo a Xinhua que espera tener suerte de cruzar antes de que el nuevo Gobierno estadounidense endurezca las medidas, a la vez que explicó que dejó atrás a sus hijas con la esperanza de apoyarlas económicamente y reunirse con ellas pronto.

En los albergues Senda de Vida I y II, administrados por Héctor Silva, la situación es compleja, ya que la capacidad «ha estado rebasada debido a las oleadas de migración», según explicó.

Los albergues Senda de Vida I y II acogen a 800 y 200 personas, respectivamente, entre adultos y niños, aunque los números son menores a años anteriores, pero aun así la incertidumbre persiste.

«Tenemos una alerta del nuevo Gobierno de los Estados Unidos sobre una posible oleada de deportaciones», agregó Silva. El responsable de los albergues expresó también su preocupación por la vulnerabilidad de los migrantes en el trayecto hacia la frontera, al mencionar secuestros, maltratos y extorsiones, en un contexto en que hoy en día las familias no solo buscan trabajo en Estados Unidos, sino que huyen de situaciones extremas como la violencia.

Ante la posibilidad de nuevas restricciones, Silva enfatizó en la importancia de un enfoque humanitario, al señalar que lo que solicitan «es que los presidentes pongan su mano en el corazón y hagan un cambio humanitario. La migración no se puede detener».

La migrante hondureña, Susy Oliva, compartió en tal sentido su angustia ante los anuncios de eventuales cierres de la frontera y las deportaciones masivas desde Estados Unidos. «Tenemos miedo, porque nos generalizan como criminales y no es así. Muchos de nosotros solo queremos trabajar y enviar dinero a nuestras familias», declaró Oliva, con la esperanza de que su cita le llegue antes de cualquier medida migratoria en Estados Unidos.

El secretario del Ayuntamiento de Reynosa, Antonio Joaquín de León Villarreal, dijo que la administración de la ciudad también se prepara para las posibles repercusiones del cambio de Gobierno en Estados Unidos.

«En los últimos dos años y medio hemos recibido oleadas de migrantes, en su mayoría de Haití, El Salvador y otros países de Centro y Sudamérica», explicó. Aunque el número actual de migrantes en la ciudad ronda entre 6.000 y 8.000, Reynosa ha enfrentado momentos en los que albergó hasta 16.000 personas.

De León Villarreal expuso que a pesar de los retos, Reynosa es una ciudad que brinda oportunidades laborales formales e informales a los migrantes, aunque la llegada masiva de personas trastoca los servicios públicos y la vida cotidiana de sus habitantes, al recordar que «hubo momentos en que tuvimos que redirigir recursos para atender a los migrantes».

La coordinación entre los distintos órdenes de Gobierno en México es clave para enfrentar los desafíos que plantea esta situación en varias ciudades fronterizas con Estados Unidos.

El funcionario de Reynosa ponderó al respecto que el Ayuntamiento trabaja de la mano con el Gobierno de Tamaulipas y el federal para preparar a la ciudad ante posibles cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos. Los migrantes, mientras tanto, continúan su espera en Reynosa con una mezcla de esperanza y temor.

Saben que el camino hacia el llamado «sueño americano» está lleno de obstáculos y posibles vejámenes, en que las decisiones del próximo Gobierno estadounidense determinarán en gran medida su futuro, así como el de miles de familias que buscan escapar de situaciones difíciles y conseguir una supuesta vida mejor.

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