París/Prensa Latina
Por Julio César Mejías/enviado especial
Mis zapatillas se quedaron donde debían quedarse: sobre el colchón, campeonas y bendecidas para siempre, aseguró hoy el luchador cubano Mijaín López, primer campeón olímpico en cinco ediciones consecutivas en una misma modalidad.
Apenas unos minutos de haberse convertido en monarca estival por quinta ocasión, el superpesado antillano (130 kg) de la lucha grecorromana, asegura haberse quedado vacío al depositar sus botines en el centro del colchón instalado en la Arena de los Campos de Marte de la Ciudad de la Luz.
“Sentí que me vacié. Lo di todo sobre los colchones de lucha, me entregué con pasión y por eso también entregué mis zapatillas victoriosas, las que me trajeron hasta aquí”, aseguró el gigante caribeño, sonriente e iluminado por las luces cegadoras de la cercana Torre Eiffel.
No hubo mayor simbolismo ni analogía posible para que el gigante de Herradura —su pueblo natal en la occidental provincia cubana de Pinar del Río— ponga fin a una espectacular trayectoria, que hoy dedica a todos quienes le han amado y estimulado para triunfar.
También a quienes le han formado y guiado en sus éxitos, en especial a su padre Bartolo, fallecido el pasado año, que hoy no pudo verlo coronarse pero que “está ahí, iluminando mi camino”, dijo el propio atleta.
Fue el momento en que afloraron las emociones en la zona mixta: “Pedro Val —ya fallecido— fue mi primer entrenador y al igual que (Raúl) Trujillo son mis segundos padres, los que me inculcaron la disciplina y la entrega imprescindibles para llegar a lo más alto.
«Ellos han sido mis guías, los que cimentaron mi trayectoria y gracias a ellos hoy soy reconocido en el mundo entero”, acotó.
“Trujillo va a extrañar mis estrallones. Creo que es un entrenador muy sabio, que seguirá formando y preparando luchadores, que los conducirá al más alto nivel y alguno de ellos le tirará también sus estrallones”, señaló antes de soltar una de sus habituales carcajadas.
“Si le tiran estrallones, es porque los condujo al éxito”, añadió.
El gigante de ébano tampoco olvida a otro grande, pinareño y luchador como él, Héctor Milián, campeón en Barcelona 1992:
“Que me haya acompañado acá es un sueño cumplido. Es mi ídolo de siempre. Yo tenía nueve años cuando él ganó el oro olímpico y desde entonces me dije que quería ser como él o mejor. Y hoy pude tenerlo aquí conmigo, disfrutando mi quinto título y también mi despedida”, aseveró.
No faltaron tampoco elogiosas palabras para el rival del combate por el oro, el cubano Yasmani Acosta, nacionalizado y representante de Chile: “Fue una final bonita, histórica, donde dos cubanos se enfrentaron por primera vez en una final olímpica de la lucha. Muy contento de que Yasmani haya sido mi contrincante en este combate por el título”, manifestó.
“El representa a otro país y luchamos por diferentes banderas, pero existe una hermandad entre nosotros, los corazones y la sangre son cubanos, nacimos en una misma cuna que es Cuba”, acotó.
En lo deportivo, recordó que Atenas 2004 fue el inicio de la senda olímpica, donde quedó fuera de medallas, pero que supo aprender de esa derrota.
“He competido en seis Juegos y conquistado el oro en cinco de ellos. Estoy contento con todo lo logrado y dedico mis triunfos a cuanto ser humano contribuyó para que Mijaín se mantuviera tantos años compitiendo, en particular a esos jóvenes que me inspiraron cada día a trabajar para alcanzar estos resultados”, indicó.
“Me siento orgulloso y contento de ser cubano, de haber portado la bandera de Cuba tantas veces y haber llevado esas medallas para Cuba”, apuntó.
Mijaín López recibió el saludo especial de Tomas Bach, titular del Comité Olímpico Internacional (COI): “Me dedicó unas palabras elogiosas, me felicitó por mis títulos y que mi hazaña no será olvidada porque según él ya están grabadas en la historia olímpica. Me dijo que estaba contento por éxitos y por aportar esta medalla a Cuba”.
Tras muchos minutos de interrogantes, anécdotas, carcajadas, alegría… el luchador leyenda mandó un mensaje a su pueblo natal: “A mi gente de Herradura un besote y que pronto nos vemos, que se formó (expresión muy cubana para referirse a una gran fiesta y jolgorio)”, concluyó mientras se alejaba a plenas carcajadas como el cubanazo que es.