Miguel Ángel Dueñas Góchez*
En una publicación de la Asamblea Legislativa decía: Diputados declaran el 2021 como “Año del Bicentenario de la Independencia de El Salvador y los Acuerdos de Paz” (https://www.asamblea.gob.sv/node/10968), continúa diciendo -En el dictamen se señala que este próximo 16 de enero se conmemorará el 29º aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz, los cuales dieron el impulso a la democracia con miras a lograr el establecimiento de un Estado de Derecho-.
Luego el 16 de julio del presente año, la radio YSKL publica la noticia: Diputados avalan colocar la leyenda “puesta nuestra fe en Dios” en instalaciones legislativas. (https://radioyskl.com/2021/07/16/diputados-avalan-colocar-la-leyenda-puesta-nuestra-fe-en-dios-en-instalaciones-legislativas/). Ana Figueroa diputada de Nuevas Ideas, indicó que el 80.8% de los salvadoreños “se declaran creyentes y más del 86% se declara cristianos (¿5.2 % de cristianos son no creyentes?). Continúa diciendo: -si salimos a la calle a preguntar a quien le ponen fe, siempre es a dios. Esto que hacemos hoy es un recordatorio que vemos a dios como guía para tomar decisiones acá, que son importantísimas para el pueblo salvadoreño”, matizó-.
Lo cual riñe con nuestra Constitución y el Estado Laico, al encontrar departe de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia en su resolución 3-2008 del 22 de mayo 2013, donde expone: “Una interpretación sistemática del contenido constitucional, …advierte la consagración del principio de laicismo o laicidad, entendido como principio de no confesionalidad del Estado o de neutralidad (del Estado) que una actividad estatal se explique o fundamente en razón exclusiva a un credo particular o, en general, en la promoción de la práctica religiosa”.
En este sentido se contradice la celebración del milenio bicentenario de nuestra “independencia patria”, sino inversamente, estamos celebrando un mayor sometimiento a quienes vinieron a invadir los territorios a través de la imposición de su cultura y creencias, sin tomar en cuenta a quienes tienen otras similares o ninguna creencia religiosa.
Por lo tanto, si somos un Estado laico, a ninguna organización o confesión religiosa debe adherirse públicamente. De lo contrario, habría una injerencia religiosa en la conducción del país e influencia sobre la política nacional.
* Lic. en Relaciones Internacionales