Por Karim Abou Merhi, viagra Rana Moussaoui
Bagdad/AFP
Las milicias chiitas afluían a Ramadi este lunes para ayudar a las fuerzas de seguridad iraquíes a retomar la estratégica ciudad, que los yihadistas del Estado Islámico (EI) lograron controlar el fin de semana.
La pérdida de la ciudad, a unos 100 km al oeste de Bagdad, es la peor derrota militar que ha sufrido el ejército iraquí desde que se inició a principios de año la ofensiva para detener el avance de los yihadistas.
El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, Estados Unidos y las autoridades religiosas sunitas de la provincia de Al Anbar, donde se encuentra Ramadi, han sido reticentes a que los grupos apoyados por Irán se desplieguen en la zona.
Precisamente este lunes, el ministro de Defensa iraní, Hosein Dehghan, llegó a Bagdad para reunirse con su homólogo iraquí, en una visita prevista desde hacía varios días.
Hasta ahora, Irak y Estados Unidos han optado por favorecer el desarrollo de fuerzas locales, pero los líderes de las milicias afirmaron este lunes que en los últimos días quedó claro que el gobierno no puede prescindir de las Unidades Populares de Movilización, que agrupan a milicias y a voluntarios.
Hadi al Ameri, comandante de la poderosa milicia chiita Badr, dijo que las autoridades de Al Anbar debieron aceptar su ofrecimiento antes.
Según expresó Ameri a la cadena de televisión del grupo, considera a las autoridades como «responsables de la caída de Ramadi porque se opusieron a la participación» de las Unidades Populares de Movilización.
Tensiones entre Estados Unidos e Irán
Un portavoz de Ketab Hezbolá, un importante grupo paramilitar chiita, dijo que su organización ya tiene unidades listas para ser desplegadas hacia Ramadi desde tres direcciones diferentes.
La organización EI afirmó haber tomado el control total de la ciudad iraquí de Ramadi, en un comunicado difundido en foros en internet.
El grupo utilizó varios coches bomba con suicidas para penetrar en barrios controlados por el gobierno el jueves y el viernes.
La bandera negra del grupo ondeaba sobre el centro de operaciones de la provincia de Al Anbar y miles de personas huyeron de la ciudad.
Según las autoridades locales, unas 500 personas murieron en los tres días que duró el asedio.
Pese a que el Pentágono dijo el domingo que la situación en Ramadi «sigue siendo fluida y disputada» y que es «demasiado pronto para hacer declaraciones definitivas», militares iraquíes confirmaron que las bases fueron abandonadas.
Las tensiones entre Teherán y Washington, principales aliados de Bagdad en la lucha contra el EI, ya se hicieron visibles el mes pasado en la operación en la que el gobierno logró recuperar Tikrit.
Ahora, la caída de Ramadi y la expansión del EI en la provincia de Al Anbar parecen una creciente amenaza para Kerbala, ciudad santa para los chiitas y cuna del cisma entre ambas corrientes del islam.
Persiste preocupación por Palmira
En Palmira (Siria), después de violentos combates con el ejército, el EI «se retiró de la mayoría de los barrios» del norte de la ciudad, menos de 24 horas después de haberse apoderado de esa zona, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El gobernador de Homs, provincia de la que forma parte Palmira, indicó que el ataque del EI en el norte de la ciudad había sido «abortado».
El OSDH estima que en Palmira, una ciudad estratégica en el centro de Siria que alberga unas ruinas catalogadas como patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco, 300 personas han muerto en cuatro días de enfrentamientos, 123 soldados y milicianos, 115 combatientes del EI y 57 civiles.
El director de antigüedades y de los museos sirios, Mamun Abdelkarim, declaró a la AFP que «las ruinas no fueron dañadas pero esto no significa que no debamos estar inquietos».
En este sentido, el OSDH recordó que los yihadistas están a sólo un kilómetro del sitio arqueológico.