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Militares en caso jesuita: ¿chivos expiatorios?

César Ramírez
@caralvasalvador

El asesinato de los jesuitas nos conduce a la pregunta fundamental: ¿Quiénes son los autores intelectuales?…  en nuestra nación ese proceso judicial  cometió fallos: los nombres de los implicados fueron en un inicio obstruidos, thumb agreguemos que veintiséis años después se agudizan las  contradicciones entre la justicia nacional e internacional por la interpretación de normas signadas en foros internacionales, click al igual que la lectura de la caso de la Corte Suprema de Justicia en nuestra nación, etc., el resultado es un laberinto de incertidumbre donde los implicados no tienen culpa territorial, pero fuera de la nación son perseguidos por la Interpol, el final de este capítulo histórico es predecible, acá no pasará nada, aunque el mundo reclame justicia… -en realidad espero equivocarme-.

El crimen de los sacerdotes jesuitas recuerda una acción de Napoleón Bonaparte, referida por el Duque de Otranto en el libro Memorias de Fouché 1759-1820, en esa ocasión Napoleón Bonaparte afirmó: “es preciso aterrorizar o perecer” … el caso fue el siguiente: el arresto del príncipe Duque de Enghien (quien) fue capturado y ejecutado por un Consejo de Estado (napoleónico), concluyó en una  ejecución realizada con saña y en circunstancias atroces; así mientras algunos personajes moderados esperaban el perdón de su vida, la noticia solo confirmó la fatalidad, según Fouché: “a Bonaparte le pareció indispensable aquel golpe de Estado para atemorizar Europa y destruir todos los gérmenes de conspiración contra su persona. La indignación que yo había previsto estalló del modo más sangriento. No fui yo, por cierto, quién expresó con menos paliativos sobre este atentado, que atropellaba el derecho de las naciones y de la humanidad. “¡Es doble mal, porque es un crimen y una equivocación!” Memorias de Foché / Joseph Fouché — España: Desván de Hanta, 2015 pág 175.

Esa historia nos recuerda el asesinato de los jesuitas, puesto que es un símbolo de “un crimen y una equivocación” como lo afirmó Fouché. Los académicos actuales usan el concepto de “Chivo expiatorio” así: “se utiliza la expresión para denominar a aquél que ha pagado las culpas de otra persona o grupo, librando a estos de represalias. También es posible que la persona víctima de éste fenómeno termine mintiendo su efectiva responsabilidad para aliviar la situación pidiendo una especie de perdón o porque recibió una amenaza coactiva, lo que a veces la empeora y hace difícil encontrar la verdad confundiéndose a la víctima como victimario. En Sociología, el término se utiliza para designar a una persona o grupo por el cual los más afectados por la frustración redirigen su agresión. Un chivo expiatorio también es conocido como Cabeza de turco” –wikipedia-.

De no encontrar al autor(es) intelectual(es) el proceso contra los militares salvadoreños involucrados en ese procedimiento, terminará en un apacible final de los acusados, nunca sabremos la verdad, algunos libros incluso parecen develar esa situación: “nuestro buen nombre y reputación dependen más de lo que ocultamos que de lo que revelamos. Todo el mundo comete errores, pero quienes son realmente hábiles y sagaces se las arreglan para ocultarlos y hacer que otros carguen con la culpa. En tales momentos, siempre se debiera tener a mano un oportuno chivo expiatorio”. Poder /Robert Greene. Buenos Aires: Atlántida, 1999. – pág 259

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