Por Leonel Herrera*
El 13 de enero de 2023, dos días después de la captura ilegal de los líderes comunitarios de Santa Marta y ADES, escribí en Diario Co Latino que el trasfondo de esa espuria acusación penal era el interés gubernamental de reactivar la minería metálica.
En la columna titulada “Golpe al corazón de la resistencia antiminera”, hice un recuento de las claras señales de la posible reactivación de los nocivos proyectos extractivos y mencioné el rol de la Asociación de Desarrollo Económico Social (ADES) y la comunidad Santa Marta en la resistencia social contra la explotación minera. Planteé que ésta era la razón de inventarse un supuesto crimen de la guerra para criminalizar a Antonio Pacheco y a los demás líderes ambientalistas de Cabañas.
https://www.diariocolatino.com/golpe-al-corazon-de-la-resistencia-anti-minera/
Ahora, el presidente inconstitucional Nayib Bukele acaba de confirmar que el objetivo de la persecución judicial contra estos defensores ambientales es la reactivación de la tenebrosa minería de metales.
El gobernante ilegal escribió en su cuenta de X que “Dios puso un gigantesco tesoro bajo nuestros pies”. Asegura que el país podría transformarse si aprovecha los recursos minerales. Según él, esto podría “crear miles de empleos de calidad”, “financiar infraestructura en todo el país” e “impulsar el desarrollo de las economías locales”.
https://x.com/nayibbukele/status/1861882140453171700
Lo dice pocos días después de la que Cámara de la Segunda Sección del Centro de Cojutepeque anulara el sobreseimiento definitivo de los activistas antimineros, dejando clara la motivación real de la leguleyada de los magistrados Santiago Alvarado Ponce y José María Zepeda Grande.
Los miembros de la referida cámara revirtieron el fallo absolutorio dado por las dignas y valientes juezas del Tribunal de Sentencia de Sensuntepeque y han ordenado repetir el juicio en otro tribunal.
El anuncio de Bukele es el mensaje más terrible para el país. Aquí ya no se trata de una amenaza para la democracia o para los derechos humanos, sino una amenaza a la vida de las presentes y futuras generaciones. No se trata de un simple impacto ambiental, se trata de que el país se quedaría sin agua, el Río Lempa sería un charco de agua con cianuro y drenaje ácido, desaparecería la agricultura y otras actividades de sobrevivencia y la gente moriría de insuficiencia renal, diversos tipos de cáncer y otras enfermedades.
Diversos estudios, que el presidente ilegal debería leer, confirman que el impacto de la minería metálica en El Salvador sería de proporciones catastróficas debido a la estrechez territorial, la alta densidad poblacional, el grave deterioro ambiental y el creciente estrés hídrico.
Por eso, después de doce años de discusión, los más diversos sectores llegaron a un amplio consenso nacional de que la minería metálica es inviable en nuestro país. Esto derivó en una ley que prohíbe en forma definitiva esta industria extractiva, normativa aprobada por unanimidad en la Asamblea Legislativa el 27 de marzo de 2017.
El país puso la continuidad de la vida por encima del interés económico de las transnacionales mineras y El Salvador se convirtió en un ejemplo para el mundo al ser el primer país en proscribir a la más contaminante de las industrias extractivas.
Esta hazaña nacional convertida en hito mundial es ahora un “absurdo” para Bukele. ¡Claro!, proteger el agua, el medioambiente y la vida es algo absurdo para cualquier persona dominada por la avaricia y las ansias de acumular riqueza sin importar los costos ambientales y sociales.
El célebre filósofo y teólogo Frankz Hinnkelamert, mi maestro en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), definía esta irracionalidad de los capitalistas con la metáfora de “cortar la rama donde estamos parados”.
Dicha metáfora describe con una cruel exactitud el problema de inteligencia que exhibe el clan familiar integrado por Nayib Bukele y sus hermanos, que quiere gobernar por cuarenta o más años, pero con la minería metálica destruiría el país en diez o cinco años.
Finalmente, es probable que con su mensaje Bukele esté “tanteando” y midiendo la reacción del país en el tema minero. Por eso es necesario y urgente expresar la respuesta nacional más contundente frente al terrible anuncio presidencial.
Por tanto, las comunidades, las organizaciones, la academia, la Iglesia Católica y las demás iglesias, los sectores productivos y demás sectores nacionales deben manifestarse en favor del agua, el medioambiente, la salud y la vida, rechazando la minería metálica.
El “Sí a la Vida, No a la minería”, ya no es la consigna de los ambientalistas antimineros, es el emblema de toda la población que no quiera morir bajo los escombros de la destrucción minera.
*Periodista, analista y activista social.