Gabriel Otero
La pirámide de dudosa estética diseñada como escenografía fue elaborada para complacer gustos y paladares castrenses, intentaba asemejarse al Tazumal tal vez para reivindicar el pasado, ese que había quedado soterrado en 1932.
Bob Harker, el maestro de ceremonias, agradecía todo el apoyo del “distinguish and friendly gentleman” “his excellency” coronel Arturo Armando Molina, Presidente de El Salvador ya que sin él no hubiese sido posible la realización del evento. Por vez primera se organizaba el certamen de Miss Universo en América Central, el coronel con un tono circunspecto y vestido de civil, se levantaba al escuchar los aplausos y hacía una leve reverencia al público moviendo el brazo como señal de agradecimiento.
El gimnasio nacional era la sede, el escenario estaba montado sobre la gradería norte la misma que utilizaba la barra del Liceo Salvadoreño en el campeonato estudiantil, el concurso se transmitió por televisión a todo color, en El Salvador hacía menos de dos años que habían llegado esos avances tecnológicos.
Yo tenía nueve años y Miss Universo me pareció aburridísimo y fue peor cuando mi padre decidió que iríamos a ver el desfile de carrozas de las finalistas al Boulevard de los Héroes, frente al Metrocentro de antaño en proceso de construcción.
Y ahí vimos asarse bajo el sol vespertino a la finlandesa Anne Marie Pohtamo, la recién coronada mujer más bella del planeta, y a Gerthie David de Haití y a las otras tres contendientes que habían llegado a la última etapa.
A la mañana siguiente en uno de los periódicos leí el titular “No me invitaron” con las declaraciones de la malagueña Amparo Muñoz, Miss Universo 1974, la española renunció a su título a los seis meses tras rebelarse a las imposiciones de los organizadores del concurso, por ello no fue invitada a coronar a la monarca entrante.
1975 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas como Año Internacional de la Mujer, Amparo Muñoz, que luego sería actriz, publicó sus memorias en 2005 escritas por Miguel Fernández.
En 2019 Fernández en su libro “La vida rota” relata la biografía definitiva de Amparo, ahí se desvela que el concurso de Miss Universo en su edición de 1975 originalmente estaba programado para llevarse a cabo en España, cosa que no sucedió porque el General Franco estaba enfermo y podía fallecer en cualquier momento.
Hoy resulta interesante ver los videos con extractos del certamen como una conmemoración histórica de la infamia nacional ahí aparece Roberto Poma, entonces presidente del Instituto Salvadoreño de Turismo, y que a los meses fue secuestrado y asesinado por la misma organización izquierdista que ejecutó al poeta Roque Dalton. Y ahí está el coronel Molina, el presidente espurio que tuvo gran parte de responsabilidad para encender la mecha de la guerra.
Pero también causa ternura ver la producción bastante limitada con las misses bailando cada una por su lado y a la Orquesta Juvenil Don Bosco haciendo su mejor esfuerzo y recordándome que nací en un pueblo-país inolvidable.
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*Gabriel Otero. Fundador del Suplemento Tres mil. Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, con amplia experiencia en administración cultural.
Ilustración del autor de Jonathan Juárez.
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