Edgar Alfaro*
Señoras y señores, por el agua tendremos que ir a la guerra, ya estamos en ella, pero en este preciso instante nos encontramos en la fase de estira y encoge, en el cabildeo acalorante e informal que nos caracteriza como pueblo de sangre y orines calientes, es decir, en el momentum especial de tensión de las fuerzas, que suelen dar como resultado la creación de chivos expiatorios y mártires, de cuyo manipuleo resulta el detonante irreversible del conflicto armado.
¡Señoras y señores, un vaso con agua no se le niega a nadie!, pero dejar a miles de personas, de compatriotas sin gota del líquido vital es peor que un pecado; claro, si es que aún hay alguien que crea en Dios, porque si como dice el Papa, que la brecha entre ricos y pobres es más ancha cada día, estamos verdaderamente jodidos, porque ambas clases, ricos y pobres no creen más en Dios, sino en el dinero… Lamentablemente es así, porque de lo contrario la caridad sería una de nuestras características distintivas y no el egoísmo que nos aparta de cualquier lectura al nomás leer la palabra Dios.
No obstante, si siguen leyendo esta nota es porque tal vez hay cierto respeto hacia Dios mismo, de cuya mano emana todo lo que percibimos en el mundo material: sol, luna, estrellas, planetas, tierra, agua, aire, fuego y especies animales, y por ende, la humanidad entera.
Pero dejemos a Dios con su santo y libre albedrío de dejarnos para ver qué es lo que podemos hacer por nuestra propia cuenta, solos, como las cinco razas que representan los colores de los aros olímpicos; y salvo algunos avances tecnológicos que dan cierto confort a la existencia, lo demás que hemos hecho es autodestruirnos.
Uno de esos famosos avances tecnológicos se refiere a la cloración del agua, la cual, según se supone, purifica el agua que bebemos hasta denominarla ‘potable’, en los chorros o grifos de nuestros hogares. Y digo como ‘potable’, porque ciertamente no lo es.
El agua famosa que nos cobra la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) salvo la que pasa por filtros carísimos, que anteceden el beso acuífero con nuestros labios, está contaminada. Pues según afirman algunos estudios, de los muchos microorganismos infecciosos que se encuentran en el medioambiente, en el agua podemos hallar bacterias como Shigella, Escherichia coli, Vibrio y Salmonella; virus como Norwalk y rotavirus) y protozoos como Entamoeba, Giardia y Cryptosporidium.
En otras palabras, ¿cree usted que la ANDA garantiza la pureza del agua que bebemos? Y si usted lo cree, le pregunto: ¿con cuáles recursos lo hará, con los que se robó el exonerado Carlos Perla, o con los de todos sus antecesores en el cargo desde la fundación de la susodicha ANDA?, porque solo basta mirar las tapaderas a media calle, 1954, 1957, cuando aún pertenecía a las municipalidades, y de las que se independizó formalmente en 1962.
La ANDA ha sido siempre uno de los huesos más perreados, pues al parecer ahí se alivianan los que ocupan los altos cargos.
Quiere decir entonces que la ‘guerra del agua’ que estamos comenzando a padecer tiene antecedentes con más de sesenta años de antigüedad. Sucede que hasta ahora parecemos levantar las orejas. Por eso es que se ufanan los actuales privatizadores con eso de ‘si te gusta el agua, pagala’.
¿Qué podemos hacer? En países europeos y en Estados Unidos hay plantas purificadoras, donde le dan tratamiento a las aguas servidas y a las aguas negras, las que una vez optimizadas se emplean en todo tipo de riegos y los usos para recarga artificial. De forma genérica, estas que siguen serían algunas de las actividades en que es más común la reutilización de aguas residuales: riego agrícola (cultivos y semilleros), riego de parques y jardines (CAMPOS DE GOLF, cementerios, medianas, cinturones verdes, COMO LOS TALUDES DE MOLSA), reutilización industrial (refrigeración, alimentación de calderas), recarga artificial (recarga de acuíferos, control de la intrusión marina, control de subsidencias), usos urbanos no potables (riego de zonas verdes, lucha contra incendios, sanitarios, aire acondicionado, LAVADO DE CARROS, RIEGO DE CALLES, uso medioambiental (caudales ecológicos, zonas húmedas) u otros (acuicultura, construcción, eliminación de polvo, limpieza de ganado.
O sea, ¿quieren privatizar el agua? Pues bien, propongan algo realmente innovador, útil, moderno, revolucionario, ¿o les aterra esta última palabra?: purifiquen el río Acelhuate, su cauce, sanéenlo; que las empresas del Boulevard del Ejército dejen de contaminarlo más, que paguen los impuestos atrasados y las multas respectivas por envenenar el río, y que inviertan en el tendido de la red de tuberías especiales para la evacuación y tratamiento de sus aguas industriales, ¿pueden hacerlo?, claro que sí. Instalen plantas purificadoras de aguas servidas, industriales y negras, a eso llamaría yo modernizar el rubro del agua. Una normativa que en todo caso debería emanar del Ministerio de Salud y no de la propia ANDA, ni mucho menos de un partido político como ARENA y su parásita Asociación Nacional de la Empresa Privada, ANEP, que hasta hace un par de meses, según apareció en las redes sociales, no pagaba el agua que consumía en su ‘satánica’ sede, pues no tenía ni contador.
Ahora, si lo que pretenden con eso de ‘privatizar el agua’ es cobrarnos más por el mismo pésimo servicio ya es el colmo, sencillamente están locos y lo que buscan es tensar la situación y llevarnos a la guerra estéril otra vez.
Poeta y literato*