@davidmar2105
Ivette Meléndez Barrera salió desde temprano el domingo hacia San Salvador, sovaldi sale ambulance ella tenía un solo objetivo: llegar a la cripta de Catedral Metropolitana a ver a su santo: el beato Óscar Arnulfo Romero, help ese hombre que hace 35 años fue asesinado por orden del máximo líder de los escuadrones de la muerte y fundador de ARENA, for sale según el informe de la Comisión de la Verdad.
A Ivette no le importó cuantas horas tenía que viajar en auto bus para llegar a su destino, quizá 2 o 3 horas, pero para ella lo más importante era tocar el mausoleo donde descansan los restos de Romero y hacer una petición. Cuando llegó se arrodilló, acarició la tumba, elevó una oración y echo a llorar.
Fue un llanto de pueblo, ese que es sincero y puro. Barrera se postró alrededor de 15 minutos ante “San Romero”, seguía llorando, pues su petición era, quizá simple para el llamado beato la iglesia católica, pero con un gran significado: que ese santo de los pobres interceda por la sanación de una enfermedad terminal de su hija.
Esa era la razón de su llanto, pues Gabriela Inés Meléndez, su hija de 16 años, padece angioedema adquirido, el cual consiste en la aparición recurrente y transitoria de edemas subcutáneos y sub mucosos que provocan inflamación y dolor abdominal debido al déficit adquirido de inhibidor.
Cuenta que la adquirió en la operación de un tumor que le realizaron, hasta el momento lleva 22 transfusiones de plasmas en su cuerpo y no la han sanado por ahora. En España, durante tres años le harán un estudio de 35 exámenes de sangre para saber si el tratamiento está surgiendo efecto o no.
Pero para ella no basta con lo que hacen los médicos, pues su fe en Dios y en San Romero, piensa que va a sanar pronto, aunque en su ser dice sentir que él ya está consumando el milagro, porque el hoy beato es el que ha acogido el corazón de los jóvenes y de su pueblo en general.
“Yo sé que San Romero ha acogido a los jóvenes y sé que el milagro de curación de mi hija ya está y que lo va hacer nuestro pastor mediante el poder de Dios, creemos mucho en su santificación, no solo en la beatificación, y sabemos que tanto para los jóvenes como para todo el mundo es muy especial porque ha llevado el corazón de cada persona y dio la vida por cada uno de nosotros como cristo la dio también, sé que San Romero hará milagros”, expresaba, todavía con su voz entrecortada y entre lágrimas.
Ivette Barrera dice que no pudo asistir al magno evento de beatificación del mártir que mandaron a matar vilmente debido a tener una fractura en el dedo de uno de sus pies, pero aseguró que a pesar de ello, la fe nunca la pierde y está segura que su hija, la que por el momento está en España, sanará y será uno de los tantos milagros por el cual próximamente lo canonizarán.
Pero esta mujer de unos 40 años no es la única que visitó el lugar, ese lugar santificado por el pueblo desde hace 35 años, pues miles de feligreses acuden todos los días a elevar una oración, quizá como Ivette, para que un pariente pueda sanar de una enfermedad o para pedir la paz en el mundo.
No importa para qué, pero hay una fe puesta en el “padre de los pobres” de que hará milagros y que será nuestro santo, aunque para el pueblo no es necesario que se santifique por parte de la alta jerarquía, la cual lo pondrá en altares para venerarlo, pues ese pueblo oprimido por años lo llamó santo después de su muerte.
San Romero de América, que hoy lo llaman del mundo, para personas como Ivette, está entre nosotros, y por eso es que la cripta de Catedral Metropolitana se sigue colmando de personas tanto nacionales como extranjeros como el pasado fin de semana para venerar al beato Óscar Romero, a ese que primero lo hicieron santo para luego serlo beato.