Una efímera conversación con el Obispo Auxiliar de San Salvador, healing en una de las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia nos dijo convencido: “una vez beatificado Monseñor Romero, buy viagra no solo unificará al país, stuff sino que nos traerá la paz”.
No dudamos que el Santo Romero, como bien lo dijo Monseñor Rosa, seré la luz en torno al cual debe transitar El Salvador a partir de hoy.
De hecho, el nombre del Obispo mártir, hacía poner los ojos del mundo en El Salvador, y hoy que está a punto de ser beatificado, no dudamos que los ojos del mundo ya no se apartarán del “pulgarcito de América”, como nos bautizó la poetiza chilena Gabriela Mistral.
En los últimos 30 años, El Salvador ha sido conocido por la guerra civil, que dejó más de 70 mil muertos; por haber sido el país que mató a un hombre de Dios; por los crímenes que cometen las pandillas. A partir de 2015 la historia será otra.
Hoy nos reconocerán por ser la tierra donde nació un Santo, un hombre de fe que cambiará los corazones de tanto salvadoreño que todavía cree en la violencia, los que promueven la intolerancia.
No debemos dudar, como no lo duda Monseñor Rosa, que Monseñor Romero hecho Santo, permeará en cada salvadoreño y salvadoreña su pensamiento, su amor al otro y la otra. Y para los más creyentes, no dudarán que la conversión de quienes hoy se enfrentan motivados por el odio irracional será un milagro más, de los que se esperan de Monseñor Romero.
El profeta, que al conocer de la sentencia de su muerte, un mes antes de que una bala asesina atravesara su corazón mientras oficiaba una misa, no solo perdonó a su verdugos, sino que sentenció que “…que la voz de la justicia nadie la puede matar”.
No dudemos pues, que el pensamiento de Moseñor Romero incidirá en los y las salvadoreñas, para que juntos construyamos un país en paz y en justicia.
No dudamos que los y las salvadoreñas, inspirados por la fuerza de justicia que promulgó Monseñor Romero, comenzarán a trabajar por un país, para que todos vivamos mejor, que el camino no es fácil, pero es viable si nos dejamos dirigir por el Santo de América.