Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
“No se puede hablar de otra manera, sino denunciando tantas injusticias y defendiendo tantos derechos atropellados. Difícil tarea del profeta anunciar el Reino de Dios y denunciar el pecado que se le opone”, pronunció Monseñor Romero, en la homilía del 8 de julio de 1979, y que reseñó, Teresa Alfaro.
Las integrantes de la Comunidad de la Cripta de Catedral “Monseñor Romero” conmemoraron un domingo más las enseñanzas del primer santo de El Salvador, Profeta Mártir, quienes participaron de la liturgia eucarística que evoca el legado de San Oscar Romero.
“Entre estas reflexiones, Monseñor Romero, nos dijo que el profeta habla más con obras que con palabras, pero que cuando habla atrae o rechaza según la sociedad que lo escucha. Y que el éxito del profeta no es ser acogido, sino escogido, que sepan en esa sociedad que hubo un profeta”, afirmó.
Son muchas ideas sobre lo que era el “profetismo” y que, en el caso de Monseñor Romero, también compartió las “ ideas de Puebla y el Vaticano”. La obra profética de monseñor Romero marcó un legado que perdura a través de décadas de su muerte e invita a la reflexión.
“En otra de las ideas, nos dice: hay muchos , -esto se dijo en Puebla, a su manera son católicos, y que no acatan los postulados básicos de la iglesia, por eso nuestra predicación actual está encontrando eco en aquellos que quisieran que la Iglesia fuera algo en medio del mundo”, leyó.
“Cuanto trabajo, que dificultad, que riesgoso resulta en nuestro ambiente, pero gracias al Señor, que siquiera esta pobre voz puede levantarse para decir en nombre de todo el pueblo profético que Sí el Reino de Dios y No al Reino del Pecado o del diablo”, explicó de la homilía Alfaro.
Asimismo, recordó que Monseñor Romero siempre pidió adentrarse en la “realidad de nuestras vidas”, como una acción para presentar a Cristo las preocupaciones o el cansancio que agobia a los fieles y encontrar una respuesta en el Hijo de Dios.
“En esa homilía Monseñor Romero desarrolló muchas frases muy nacidas de su corazón, me llama la atención que dice: el éxito del profeta no es ser acogido, sino escogido-, cuanta verdad se cierra en esto cuando no se reconoce al Profeta, y que el éxito no era ser reconocido, porque el éxito está en ser presencia de Dios en una sociedad que lo rechaza”, puntualizó Alfaro.