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En la misa celebrada ayer en la Cripta de Catedral Metropolitana, buy cialis ampoule el sacerdote Salvador Soriano señaló que el mártir y beato Monseñor Romero es un ejemplo en el camino de la fe, purchase cialis ya que él supo guiar a un pueblo en situaciones difíciles.
Según el religioso, el beato Romero cumplió la misión profética, pues no solo transmitió un mensaje evangelizador sino también denunció las injusticias cometidas contra el pueblo.
“El profeta se convierte en la boca y el corazón de Dios, por eso es capaz de transmitir la buena nueva, porque en su corazón está presente Dios, y ha sido una elección divina, tal como lo hizo Monseñor Romero”, afirmó el padre Soriano.
Asimismo, reiteró que el beato Romero en su momento se enfrentó a las críticas coyunturales, porque aquellos que no quisieron un cambio en sus vidas se sintieron dañados y maltratados por la voz del profeta.
Monseñor puso la Arquidiócesis al servicio de la justicia y la reconciliación en el país, en muchas ocasiones se le pedía ser mediador de los conflictos laborales. Creó una oficina de defensa de los derechos humanos, abrió las puertas de la Iglesia para dar refugio a los campesinos que venían huyendo de la persecución en el campo.
A pesar de la claridad de sus predicaciones, el beato Romero al igual como Jesús, fue calumniado, le acusaron de revolucionario marxista, de incitar a la violencia y de ser el causante de todos los males de El Salvador. Pero nunca jamás de los labios de Monseñor salió una palabra de rencor y violencia.
Su mensaje fue claro y nunca se cansó de llamar a la conversión y al diálogo para solucionar los problemas del país.
Asimismo, es considerado un fiel pastor, quien descubrió el sufrimiento y las injusticias de su pueblo, se identificó con los más necesitado, quienes vivían los horrores de un sistema económico y político que oprime a los pobres, la acción del obispo fue conjugar la realidad con el Evangelio, estaba consciente de la existencia del mal y del pecado, pero siempre recalcaba que el ser humano no puede reducirse a este aspecto.
Siempre interpeló las consciencias de todos los actores de este drama social, que él vivía profundamente. Su rechazo de la violencia era el fruto de la convicción profunda de la dignidad del ser humano, aun del que ha cometido un crimen, esta actitud lo llevó constantemente a establecer un diálogo con todos los sectores, pero al mismo tiempo era claro cuando condenaba la injusticia y la represión.
Su vida terminó igual que la vida de los profetas y de Jesús, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba una misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia, en San Salvador.
Sus restos se encuentran en la Cripta de Catedral Metropolitana, lugar donde cada domingo los feligreses acuden a alimentarse espiritualmente, pero también a venerar uno de los frutos más hermosos que ha producido en El Salvador como es, Monseñor Romero.