Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
Han pasado treinta y cinco años de aquél trágico evento que arrebató la vida del Obispo Mártir de América, recipe ahora celebramos su vocación humanitaria junto a su trascendencia en la Iglesia cristiana y la vigencia de sus palabras.
¿Cómo era la Iglesia de los años sesentas y setentas? Aquellos años eran un conjunto de revoluciones que influían vivamente en la formación de las juventudes latinoamericanas, treatment un nuevo modelo educativo en concepciones: musicales, la revolución cubana, libertad sexual, uso de drogas, surgimiento de organizaciones político militares, dictaduras militares con represión abierta contra todo elemento considerado: “comunista” incluso a la Iglesia Católica. El mensaje del Concilio Vaticano II (1962-1965), Medellín (1968) Puebla (1979) marcaron un cambio de la Iglesia hacia los pobres de América Latina, eran tiempos de absoluta intolerancia hacia cualquier discurso democrático, mientras los Derechos Humanos no existían en forma institucional pero eran considerados subversivos, la injusticia estructural comienza a ser visible desde el mismo discurso religioso, puesto que antes de aquellos congresos la pobreza de muchos cristianos era mejor que un comunismo que impusiera otra pobreza y destruyera a la misma Iglesia tradicional.
Óscar Arnulfo Romero comprendió esa herencia negativa asumiendo su liderazgo cristiano y humanista, su vida era su obra en esa realidad, él parecía proclamar: “Y no es Dios de muertos, si no de vivos…Mc 12: 27”, comprendía que el Reino de Dios debe ser construido en medio de las veredas, barrancos, caseríos, zonas rurales etc., junto a los pobres, no había otro camino, a pesar de la oposición de sectores religiosos y oligárquicos; Ignacio Ellacuría explica mejor: “Estos eclesiásticos reconocen que la situación es, en algunos países, realmente injusta, gravemente pecaminosa, negación del Reino de Dios. Reconocer que hay pobreza que clama al cielo, que hay represión intolerable, que los asesinatos, las torturas y los desaparecidos constituyen una nube oscura, que la Iglesia no puede tolerar. Pero entre ese mal y el mal del comunismo, no hay duda en la elección. En vano se les recuerda que en Cuba no se ha asesinado a ningún agente pastoral, ya no digamos a un sacerdote o arzobispo.” “En: Luces y sombras de la Iglesia en Centroamérica. – Veinte años de Historia en El Salvador… pág 293” Ellacuría agrega sobre la Iglesia de los pobres: “… considera a éstos en su pobreza material como lugar óptimo de santificación y de evangelización, ve en ellos uno de los lugares privilegiados para el encuentro de Jesús y para el discernimiento de la tarea histórica que le compete a la Iglesia, proclama la anterioridad del Reino de Dios sobre la institucionalidad eclesial, rechaza las sucesivas mundanizaciones que han afectado a la Iglesia en su peregrinaje por el mundo occidental capitalista, se pone realmente al servicio preferencial de la mayorías populares, en sus tareas liberadoras…” por tal razón agradecer a un hombre que no falló en sus tareas históricas y a los pobres, es recordar que el Reino de Dios es posible de la mano de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.