Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Durante la misa celebrada en la Cripta de Catedral Metropolitana, la feligresía recordó el mensaje de Monseñor Romero, quien al igual que Jesús su voz fue símbolo de intolerancia y abandono, por ser fiel al evangelio y decir la verdad sobre las injusticias cometidas con los pobres en el país.
“Cuando se predica la verdad, se corre el riesgo de estar solo, los discípulos de Jesús se iban y cuando quedaron solos los doce, Cristo les pregunta si también quieren irse, hay momentos en que la tempestad de la historia se agiganta y crea confusión, angustia, desaliento, pesimismo; hasta algún pastor que debía ser signo de tranquilidad, seguridad y orientación se muestra también desorientado como si le fallara la fe”, expresó en su homilía el 26 de agosto de 1979.
Sostuvo que en la sociedad hay violencia, desorden y vicio, pero también la honradez de quienes se creen buenos porque no hacen ningún mal, olvidándose que ser bueno no es algo negativo, sino hacer todo el bien que se puede hacer, por ello, hay en un ambiente de tempestad y confusión.
“Vivimos una situación de pecado, y la iglesia, como Josué, tiene que decirle a la sociedad salvadoreña que no idolatre, que se convierta al verdadero Dios, la idolatría no es herencia de aquellos siglos. En nuestro tiempo también hay idolatrías, hay que pedirle al pueblo que se mantenga fiel a su Dios, pues hay muchos peligros en los que puede caer”, dijo en ese momento el obispo mártir.
Monseñor Romero advirtió que en el país existe el ídolo al dinero, la política, carne, vicios, aguardiente, drogas, los cuales impiden adorar al verdadero Dios.
Indicó que cuando la carne se olvida del espíritu, lo racional, la justicia, paz, y cuando el secularismo cierra a los hombres en idolatrías de tener más dinero, poder, reprimir al pueblo, es cuando el mundo se hace un infierno, porque se olvida del prójimo y el reino de Dios.
Los cadáveres putrefactos, torturados, despellejados, que vamos encontrando por todos los caminos, valles y montañas de nuestra patria, son el signo de que en El Salvador nos hemos olvidado de la palabra de Cristo”, aseguró.