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El beato Monseñor Romero es considerado el modelo a seguir para lograr una vida de santidad, view porque inserta los valores del Evangelio en el mundo socio-político, pues, la santidad, hoy está ligada a la búsqueda de la justicia, a estar con las víctimas.
Como obispo, Romero denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política.
La beatificación de Romero, sin necesidad de probar un milagro tras ser proclamado un mártir por su fe, resulta coherente con el papado de Francisco que respalda la lucha por la justicia social, y lo considera un modelo para América Latina.
El sacerdote Mauricio Merino dijo durante la celebración dominical dedicada a todos los Santo, en la Cripta de Catedral Metropolitana que “Santo” no solo son aquellos elevados a los altares, sino también los mártires, personas que con su vida y ejemplo dan una enseñanza a los demás.
El padre Merino manifestó que también son Santos aquellos niños que han muerto en el vientre de su madre, a la hora del parto, al igual que los miles de bebés víctimas del aborto.
“Dios nos ha dado el don de la vida, nos ha santificado, ha derramado sobre nosotros su espíritu de vida, de tal manera que desde el momento de recibir la vida hemos sido santificados por Dios, en el santuario del vientre materno. Todos los seres humanos, hombres y mujeres, de todas las razas, pueblos y culturas somos santos y estamos llamados a permanecer en esa santidad”, reiteró el religioso.
Actualmente, la santidad pasó de entenderse como algo enraizado en la vida concreta de cada persona, dedica a mucha oración, penitencia, altruismo, sino se caracterizada por la “intensidad de un amor activo”, que se convierte en semilla potente de fraternidad y se inserta de lleno en el ámbito socio-político, llevando a esa esfera los valores propios de la fe cristiana.
De una forma muy especial en la oración de fieles se pidió porque cada uno haga propios los sentimientos de Monseñor Romero, que con esperanza oraba para que desapareciera del país la terrible tragedia del sufrimiento causada por el odio, la violencia y la injusticia.
Al momento de la procesión de ofrendas los feligreses presentaron una fotografía de Monseñor Romero, como símbolo del bienaventurado pastor, que sufrió injurias, calumnias y hasta el martirio por amor a su pueblo.
Romero fue tildado tanto en los últimos años de su vida como después de muerto de ser un desequilibrado, un marxista, un títere manipulado por curas de la teología de la liberación que le escribían sus encendidos sermones contra la oligarquía, las injusticias sociales y la represión del país.
Su martirio continuó por mano de sus hermanos sacerdotes y del episcopado, pues por muchos años hubo una campaña para denigrar al obispo Romero.