Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Cada domingo la Cripta de Catedral Metropolitana es visitada por la feligresía que acude a nutrirse espiritualmente de la palabra y mensaje de Monseñor Romero, que es considerado el santo de carne y hueso, quien creyó en la paz con justicia.
El sacerdote Julio César Molina dijo ayer, durante la homilía dominical que el mensaje del Beato Monseñor Romero es la luz que va iluminando el camino del pueblo, por lo cual es importante cada domingo ir tras las huellas de San Romero, que es un santo de carne y hueso, no un santo de camerino, de madera o mármol, es un santo del que cada uno puede seguir alimentando para ser mejor persona cada día.
“Seguimos creyendo en la paz con justicia, aunque veamos a este pueblo desgarrado por la ambición de unos pocos, los intereses de unos pocos desgarra al pueblo, pero a pesar de eso seguimos creyendo en medio de esas ambiciones de esas gentes que se creen los dueños y herederos de El Salvador”, afirmó Molina.
El religioso señaló que día a día en el país solo se escucha información de asesinatos y violencia, tal como en los tiempos de Monseñor Romero, quien se convirtió en una voz potente ante los silencios de los niños, inocentes y desprotegidos.
“Su palabra seguiría interpelando en la conciencia y llamando a la conversión, una conversión que se va haciendo cada día y en el discernimiento constante, asumiendo quiénes son de verdad los amigos del pueblo, quienes son los que van generando esa fraternidad entre los pobres. Los poderosos se organizan pero para destruir al pueblo, hacen alianza para no perder sus privilegios, la organización del pueblo en cambio nace reclamando la justicia y el derecho”, aseguró el padre Molina.
Monseñor Romero es el ejemplo de coherencia entre su mensaje de reconciliación y su compromiso por la paz basada en la justicia, entre su persona pacífica y su práctica pacificadora en medio del múltiple conflicto que vivía El Salvador. En su práctica pastoral, reflexiones teológicas, mensajes radiofónicos, homilías, escritos, en el trato con la gente, en su relación con los políticos y con sus colegas del episcopado y del clero, en su vida cotidiana, el Beato Romero tuvo como lema dos textos de la Biblia que vinculan la paz con la justicia. Uno es el salmo 85: “La paz y la justicia se besan”. Otro es del profeta Isaías: “La paz solo puede ser el fruto de la justicia”. Para Monseñor Romero no hay paz sin justicia, ambas son inseparables, por eso hace una denuncia de la oligarquía y de los poderes políticos y militar, denuncia la fuerte represión y la violencia cruda, cruel y despiadada de la derecha, que constituye una verdadera provocación a los grupos organizado. La idolatría de la riqueza constituye, a juicio del profeta mártir, el mayor peligro para el país, y la injusticia social es la razón de la violencia y del malestar general del pueblo.