Alma Vilches
@AlmaCoLatino
“La marginación, el hambre, el analfabetismo, la desnutrición y tantas otras cosas miserables que entran por los poros de nuestro ser son consecuencias del pecado, del pecado de aquellos que lo acumulan todo y no tienen para los demás. Los profetas denuncian que la pobreza es contraria a la voluntad del Señor, es fruto de la injusticia y del pecado de los hombres”, este fue el mensaje principal en la Cripta de Catedral Metropolitana, donde reposan los restos de Monseñor Romero.
Como cada domingo, los feligreses acuden a celebración eucarística y previamente escuchan parte de las homilías del obispo mártir, cuyo mensaje de hace 44 años continúa vigente. En su momento, Monseñor Romero enfatizó que la iglesia ha asumido una opción preferencial por los pobres, pero solo puede ser verdadera iglesia que se convierte y compromete con el pueblo sufrido y pobre.
“Nos encarnamos en los pobres, queremos una Iglesia que de verdad está codo a codo con el pobre pueblo de El Salvador y así notamos que cada vez, en este acercamiento al pobre, descubrimos el verdadero rostro del siervo sufriente de Yahvé. Es allí donde nosotros conocemos más cerca el misterio del Cristo que se hace hombre y se hace pobre por nosotros”, sostuvo.
El entonces arzobispo de San Salvador dijo que también existe el pecado de quienes no teniendo nada, no luchan por su promoción, son conformistas y haraganes, pero muchas veces no luchan, no por su culpa, sino por una serie de condicionamientos que no lo dejan progresar, es un conjunto de pecado mutuo, llamado injusticia institucionalizada y hecha ambiente.
“Este domingo nos ha hecho encontrarnos a todos nosotros con el dolor humano, que pensemos hermanos en la desgracia de la humanidad, que nuestro corazón este día vuelva a los hospitales. Yo vivo en un hospital y siento de cerca el dolor, los quejidos del sufrimiento en la noche, la tristeza de quien llega teniendo que dejar su familia para internarse en un hospital”, reiteró en su homilía del 17 de febrero de 1980.
A la vez, hizo un llamado a pensar en las largas colas de enfermos esperando en los hospitales para buscar un poco de salud que no lo llegan a encontrar, así como en el enfermo de familia, quien desde su hogar escucha la palabra de Dios por medio de la radio, porque está imposibilitado a asistir a la iglesia, pero a través de esta forma se les lleva un poco de consuelo.