Oscar López
Alma Vilches
@DiarioCoLatino
En el marco de las actividades conmemorativas del XXXV aniversario del martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, here en la cripta de Catedral Metropolitana se desarrollaron diferentes actividades, entre ellas, una mañana de reflexión denominada “Monseñor Romero en la Iglesia”.
Con la temática, Francisco Morán, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Paz, de Ilopango, expuso una visión de la vida religiosa de Romero, además de su cercanía y contacto directo con las comunidades menos favorecidas del país.
El párroco de Nuestra Señora de la Paz, comentó que Monseñor Romero impulsó una filosofía dentro de la iglesia católica salvadoreña, la que consiste en que los líderes religiosos deben tener mayor cercanía con la población. “Es una iglesia activa, más comprometida con los pobres”, aseguró.
Morán indicó que la fe de Romero fue fomentada desde sus primeros años de vida, ya que sus progenitores fueron personas de fe, por lo que inculcaron valores religiosos en el Mártir de la Iglesia.
Asimismo, Morán externó que el lema de Monseñor Romero siempre fue “servir a los demás”, lo cual puso en práctica no solo en su vida personal, sino también en su vida religiosa, ya que siempre antepuso los intereses de la población menos favorecida.
Por ello, en el inicio del conflicto armado salvadoreño, Romero denunció las injusticias sociales cometidas por los gobiernos militares de la época, lo cual provocó tensión en el interior de la iglesia católica.
“La fe de Monseñor Romero evolucionó y tuvo un punto de inflexión por el asesinato de Rutilio Grande, esto impactó la vida de Monseñor Romero”, dijo Morán.
Monseñor Romero, el padre de los pobres
El sacerdote Vicente Fernández, de la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, explicó que durante su trabajo pastoral Monseñor Romero tuvo la opción preferencial por los pobres, y se convirtió en la voz de los sin voz.
Monseñor Romero no solo se preocupó por el asistencialismo inmediato ayudando a los pobres económicamente para saciar el hambre o salir de la pobreza; sino también se preocupó por atender las necesidades más urgentes de los despreciados, los perseguidos, los marginados por las leyes injustas y obsoletas, que no permitían el desarrollo de las mayorías, que no permitían la educación de la niñez, y a la juventud sin oportunidades.
El padre Fernández dijo que el obispo mártir mostró atención a la acción violenta del Estado contra las organizaciones populares obreras, universitarios, estudiantes y campesinos que buscaban reclamar sus derechos, lo que provocó la muerte de miles de salvadoreños, dejando una gran cantidad de niños huérfanos y abandonados, desaparecidos y otros que vivieron la cárcel y el exilio. Asimismo, comentó que Romero vivió de cerca la injusticia social reflejada en los rostros de niños olvidados por la pobreza, explotados por la sociedad, rostros de jóvenes desorientados por no encontrar en la ciudad oportunidades de capacitación y ocupación, campesinos que como grupos sociales han sido relegados en casi todo el continente, a veces privado de tierras e independencia, sometidos a sistemas de dominación y explotación.
El ministerio de Romero estuvo consagrado a la iglesia y a los pobres, por lo que asumió para la iglesia de la Arquidiócesis el proyecto de conversión, esa presencia por los pobres que el evangelio impone a los cristianos y que es una invitación a todos sin distinción de clase.
“Romero estuvo atento a los obreros reprimidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos, aquellos que han sido despedidos por la cruda crisis del modelo de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias con miserables salarios económicos, ancianos marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen”, puntualizó el religioso.
Fernández sostuvo que solo esa opción preferencial por los pobres entendida evangélicamente puede ser la clave para esta crisis de la sociedad, ya que la principal causa de las divisiones, es la falta de compromiso y solidaridad con los pobres.