Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Durante la celebración dominical en la Cripta de Catedral Metropolitana, el sacerdote Fredis Sandoval señaló que el Beato Monseñor Romero permaneció valiente al amor de Dios, viviendo cerca de los pobres y marginados, por lo cual fue un instrumento en quien se hizo vida la palabra de la buena nueva para los desprotegidos y en palabras exigentes para los poderosos.
Sandoval recordó las palabras de Monseñor Romero, quien en una de sus homilías afirmó que su amor es el pueblo, por eso no cuesta ser buen pastor, ya que es un pueblo que empuja a la misión de quienes están obligados a su servicio, por eso permanentemente invitó al diálogo cristiano y humano.
Asimismo, dijo que practicar el amor auténtico tal como lo hizo Monseñor Romero es importante para renovarse en el amor cristiano, como motor dinamizador de la vida, porque el amor de Dios es para transformar, liberar y rescatar a quienes están esclavizados.
El religioso afirmó que los poderosos someten, maltratan y obligan a los pobres, por una pequeña obra que hacen, quieren que se les considere como benefactores, pero entre los que siguen la palabra de Dios, el mayor es el que se pone al servicio de los demás.
“La tendencia de los malos políticos es vivir a expensas del pueblo como las sanguijuelas, muchas veces nos hemos doblegado y acomodado a los intereses de la historia, sin embargo, Jesús dice que entre sus amigos no será así, ya que no debe existir esa interacción verticalista, dominadora y explotadora, Jesús nos pide ser más igualitarios, basado en la participación y la comunión”, enfatizó el padre Sandoval.
Además, externó que el egoísmo, la idolatría a los falsos dioses de la riqueza, son los factores que empequeñecen al hombre, pues no lo dejan entregarse y poner todo en común de los necesitados. Monseñor Romero es considerado un hombre de este mundo y un hombre de Dios, como lo han sido los grandes santos y como lo fue Jesús, ya que todo aquel que se preocupa del hambriento, del desnudo, del pobre, del desaparecido, del torturado, del prisionero, del que sufre, tiene cerca a Dios.