Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
Aunque el enunciado es limitado, buy viagra la historia lo convierte en un continente de opiniones, salve así como opciones políticas. En oposición a este punto, find también se puede elegir morir contra un Estado, debido a que la sociedad no es la misma y el discurso de gobernación cambia según los líderes políticos. Aunque el tema parece un laberinto, la sociedad expresa su voluntad al elegir a sus gobernantes, ellos deciden el futuro de sus naciones, en ese momento el Ser de una nación comprende su inserción en el concierto internacional, de igual manera su herencia histórica, pero la lectura de los líderes en muchas ocasiones no corresponde a la voluntad de la sociedad, como tampoco a otras naciones. En el modelo capitalista, con horror observamos en el siglo pasado la saga de Golpes de Estado, una historia conocida, pero así como grupos de poder interpretaban la historia, de igual forma existieron organizaciones que se opusieron a ese evento, no obstante pasado ese episodio, nos encontramos con realidades increíbles en el siglo pasado, aunque la figura de ruptura constitucional no está descartada, muchos grupos de poder realizan sus máximos esfuerzos para no acompañar a los gobiernos democráticos, entonces usan todos los instrumentos legales como armas para evitar el desarrollo humano.
En la antigüedad se educaba a los jóvenes a morir por el Estado, luego integrarlos al ejército, así las familias nobles tenían cuotas de poder, posteriormente pertenecer a las fuerzas militares o institucionales significaba el honor familiar o la reserva patriótica de las naciones, en la actualidad las instituciones armadas siguen con esta tradición. El sentido de morir por el Estado tiene vigencia filosófica e histórica porque determina la interpretación de los conglomerados con su proyecto vital, como sucedió en la antigua Yugoeslavia, en ese conflicto cada quién interpretaba su vocación y lealtad por un Estado que incluso sin nacer legalmente, era un principio a defender.
En nuestra nación el conflicto civil nos demostró el sentido extremo de morir-vivir por un objetivo social, pero en el postconflicto con los fenómenos desconocidos hace cuarenta años, las circunstancias parecen colocar de nuevo en la línea de combate a la ciudadanía contra grupos armados en aparatos delictivos. Ahora con instrumentos legales los ciudadanos-policías, los ciudadanos-soldados mueren por el Estado Democrático, se enfrentan a grupos de crimen organizado que no tienen objetivos políticos, ni legales, sino únicamente destruir a la sociedad en sus estructuras jurídicas, es un fenómeno inédito en nuestra historia, pero con extrañas coincidencias con otras naciones: Colombia, México, Estados Unidos, en ellas las respuestas son diversas, quizás esas naciones son nuestro espejo de futuro.
A diario muchos ciudadanos inocentes son víctimas de esta agresión sin precedente, me parece que la defensa de nuestro Estado Democrático, ya no es problema solo de los ciudadanos-policías, los ciudadanos-soldados, sino de la República, en unión de la teoría y práctica de los nuevos tiempos.