Por Antonio Rondón García
Moscú/PL
La visita del rey saudita, Salman Ben Abdel-Aziz Al Saud, a esta capital parecía mostrar hoy un posible desgaje de un aliado crucial de Washington en Medio Oriente, en medio del nuevo panorama del conflicto sirio y la situación en el mercado petrolero.
Los dos últimos aspectos fueron cruciales en este reinicio de los nexos entre dos naciones que mantuvieron relaciones por debajo, como dicen expertos aquí, de sus potencialidades.
El acercamiento pareció iniciarse con la convicción por Riad de que una eventual guerra de precios en el mercado de los hidrocarburos con el fin de dejar fuera a Estados Unidos con sus extracciones por el método de esquisto, dañaba a todos por igual.
Con la labor mediadora de Venezuela, cuyo presidente Nicolás Maduro visitó esta semana a Moscú, se logró en la Organización de Países Exportadores de Petróleo un consenso para reducir la producción y luego un acuerdo con las naciones fuera de ese cartel como Rusia.
Arabia Saudita y este país se mantienen como los principales productores de crudo en el orbe, pues llevan al mercado de conjunto más de 20 millones de barriles diarios, un cuarto del total, por lo que el peso de sus decisiones en esa esfera es crucial.
Solo de anunciarse la primera visita de un soberano saudita a Moscú y conocerse en lo esencial los posibles acuerdos a firmar, el mercado petrolero se estabilizó y se produjo una leve alza, destacan expertos.
Pero la visita tuvo lugar en medio de un cambio en la situación en Siria, cuyo gobierno en su momento acusó a Riad de pertrechar y financiar a grupos armados con el fin de derrocar al presidente de ese país levantino, Bashar Al Assad.
El tono de la visita del rey saudita fue de reconciliación con Rusia y destaque de su papel en la solución del diferendo en Siria, cuando la aviación rusa apoyó al ejército de ese país mesoriental a recuperar la ciudad de Deir-Ezzor y localidades de la provincia del mismo nombre.
Además, Rusia, Turquía e Irán cooperan con relativo éxito en sus esfuerzos por crear zonas de distensión con el fin de reforzar el régimen de alto el fuego en Siria, donde el movimiento terrorista Estado Islámico (EI) pierde cada vez más posiciones.
Estados Unidos, por otro lado, queda en mayor evidencia sobre sus planes de hacerse de zonas con yacimientos petroleros sirios. Todo eso pareció influir en el tono de las conversaciones de Moscú y Riad y con ello en la dimensión de los acuerdos analizados.
Al hacer una evaluación de su visita a esta capital, Al Saud afirmó que se analizó la cooperación en casi todas las esferas posibles, desde los energéticos, la cooperación técnico militar, la energía atómica, agricultura, turismo, medicina e infraestructura.
Unos 25 proyectos de inversiones se debatieron en los encuentros, a los cuales acudieron más de 100 compañías sauditas, se creó el fondo de energía entre el Fondo Ruso de Inversiones Directas y la compañía petrolera saudita Saudi Aramco.
Otros mil millones de dólares tendrá el fondo de inversiones en la esfera tecnológica.
Saudi Aramco, la mayor compañía por reservas y extracción de crudo, también estudia la posibilidad de comprar gas licuado ruso, mientras que prevé desarrollar con Gazprom Neft las tecnologías de extracción e, incluso, podría acordar la explotación conjunta de nuevos yacimientos.
Pero lo más interesante pareció ser lo debatido en la esfera de la cooperación militar, como la producción por licencia rusa de las ametralladoras AK-103 y la compra de modernos helicópteros, tanques T-90 y nuevos sistemas antiaéreos rusos como el S-400.
Estados Unidos de inmediato mostró su ‘preocupación’ por los planes de Riad de adquirir, como ya lo hizo Turquía, los modernos S-400 con un alcance de 400 kilómetros, capaz de combatir más de una decena de blancos al mismo tiempo, en un rango de altura de 10 metros a tres kilómetros.
De hecho, los expertos consideran que Arabia Saudita llegó a Moscú con quejas sobre la ineficiencia de Washington para garantizar su protección y por la demora de entrega de sistemas antimisiles.
La Casa Blanca, en medio de la visita del rey saudita a Moscú aprobó de urgencia la venta a Riad de sistemas antimisiles Thaad por unos 15 mil millones de dólares.
Sin embargo, algunos expertos consideran que con esa acción de Washington, frente al volumen de acuerdos comerciales alcanzados en esta capital por dos colosos petroleros, le será imposible evitar el desgaje de otro aliado en el Medio Oriente, luego de lo ocurrido con Turquía.
Ankara también buscó por mucho tiempo la venta por Estados Unidos de los sistemas antimisiles Patriot hasta que se reconcilió con Rusia, entró en cooperación con ella en Siria y, finalmente, adquirió los S-400.
El reino saudita parece no solo dispuesto a negociar con Moscú, sino a recabar el fin de las sanciones de Occidente. El ministro saudita de Relaciones Exteriores, Adel Ajmed al Jubeir, presagió esta jornada el pronto fin de las restricciones contra este país.
Al invertir en Rusia de ninguna forma violamos ninguna norma internacional y creo que se puede llegar a un acuerdo con la comunidad mundial para levantar las restricciones, comentó.
Rusia y Arabia Saudita rubricaron un paquete multimillonario de acuerdos, después que en el primer semestre de este año acumularon un intercambio comercial de 430 millones de dólares, para un incremento del 30 por ciento, pero visto como insuficiente por ambas partes.
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