Por Carlos Mario Márquez
San Salvador/AFP
Una alianza de las fuerzas de seguridad de Guatemala, El Salvador y Honduras contra las pandillas refleja un escenario cada vez más complicado para combatir el crimen trasnacional en una de las zonas sin guerra más violentas del mundo, estimaron analistas.
«El crimen avanzó mucho en nuestros países, por eso es que ahora se busca un plan regional para golpear la peligrosa alianza de pandillas y crimen organizado», declaró a la AFP el analista de temas de seguridad Juan Ramón Medrano.
Los fiscales de los tres países se reunieron el jueves pasado en Guatemala y acordaron apuntar a los cabecillas de pandillas y golpear su expansión económica mediante la incautación de sus bienes.
Al día siguiente en San Salvador los ministros de Seguridad y de Defensa, con sus jefes de policía e inteligencia, propusieron crear una fuerza trinacional, que aún debe ser ratificada por los presidentes para comenzar a funcionar.
Esas alianzas de los países del Triángulo Norte de Centroamérica fue una propuesta del presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, quien urgió a sus colegas a «enfrentar uno de los fenómenos delincuenciales que más daño, más sangre y más muerte han generado».
La iniciativa surge en medio de dificultades para echar a andar la Alianza para la Prosperidad, financiada con un aporte de 750 millones de dólares de Estados Unidos para fomentar el desarrollo y contener la emigración desde el Triángulo Norte de Centroamérica.
Según el analista y profesor universitario salvadoreño Roberto Cañas, el clima de inseguridad atenta contra la alianza pues la violencia y las extorsiones de las pandillas estimulan la migración más que los factores económicos.
Medrano coincidió con la apreciación, al señalar que «Estados Unidos se ha dado cuenta de que la región, además de ser un corredor para la droga, ahora tiene a la delincuencia como la principal plaga en un escenario de baja producción, por lo que es la hora de golpear al crimen y el tráfico de armas y de personas».
Golpe a finanzas
Con 17.422 homicidios en 2015, Guatemala, El Salvador y Honduras conforman una las regiones sin guerra más violentas del mundo.
Las operaciones desarrolladas en los últimos meses por las policías y fiscalías en Honduras y El Salvador, según Medrano, salieron al paso para «cortarle el flujo financiero» a las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18, que aterrorizan a la región.
Autoridades fiscales han revelado que, para contrarrestar las «medidas extraordinarias» vigentes desde marzo en El Salvador, la Mara Salvatrucha contemplaba armar y entrenar a unos 500 pandilleros para realizar atentados a la economía y desestabilizar la seguridad pública.
Esa información «es preocupante», advierte Medrano.
La operación «Avalancha», lanzada por las autoridades hondureñas en febrero para incautar a la Mara Salvatrucha (MS13) 42 inmuebles, 13 empresas, 53 vehículos y una clínica, demostró el nivel que la esa estructura había alcanzado.
Los golpes continuaron a fines de julio en El Salvador, cuando la policía y la fiscalía desbarataron la estructura financiera de la Mara Salvatrucha, con el decomisó de 25 autobuses, decenas de vehículos usados, moteles, talleres mecánicos y la detención de 77 miembros y colaboradores de la banda.
La agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), en un informe publicado en Honduras, había advertido en diciembre la intención de las pandillas de unirse.
«Las autoridades opinan que los líderes de la MS13 tanto en El Salvador como en Honduras tienen la mirada puesta en convertirse en una organización delictiva transnacional, ampliando su participación en el tráfico de droga a gran escala», alertó USAID.
En Honduras, según ese informe, hay unos 36.000 miembros de las pandillas Barrio 18 y MS13.
En El Salvador, las autoridades calculan 70.000 miembros activos, de los cuales 16.000 están encarcelados, y en Guatemala, de acuerdo con un informe de la ONU, ambas pandillas reúnen entre 8.000 y 10.000 miembros, aunque pueden llegar a unos 30.000 incluyendo a sus colaboradores.