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Alessia Genoves
Colaboradora
El movimiento Eco-Feminista de Guatemala, Honduras y El Salvador ha presentado denuncias formales contra el proyecto de extracción minera a cielo abierto en la Mina Cerro Blanco, ubicada en Asunción Mita, Guatemala. Las activistas señalan graves deficiencias en el estudio de impacto ambiental y advierten sobre los riesgos para las comunidades y ecosistemas de la región transfronteriza.
Según análisis de la Fundación Heinrich Böll Stiftung (HBS) y el Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM), el proyecto presenta serios aspectos nocivos no abordados adecuadamente en su evaluación ambiental, incluyendo contaminación de fuentes de agua, alteración de acuíferos, manejo inadecuado de residuos tóxicos y riesgos para la salud.
El informe de CEICOM detalla que el proyecto abarca 23.5 hectáreas, con una producción esperada de 11,579,959 onzas de oro y 41,486,632 onzas de plata. El flujo de agua para el procesamiento del mineral se estima en 108 gpm, mientras que el flujo de agua geotérmica bombeada para desaguar la mina alcanzaría hasta 3,750 gpm a más de 80°C. La extracción de agua representaría el 37.9% de la recarga hídrica local.
Impacto ambiental
La Dra. Dina L. López, experta en geoquímica e hidrogeología de la Universidad de Ohio, señala en su análisis para CEICOM deficiencias en la evaluación de impactos sobre aguas subterráneas y superficiales. No se ha definido claramente la sub-cuenca de agua subterránea del proyecto, ni se han elaborado mapas de tabla de agua o considerado la hidroestratigrafía de la zona.
La extracción masiva de agua subterránea para el desagüe de la mina alcanzaría los 3,750 gpm en su fase más intensa, representando el 37.9% de la recarga hídrica en el área de influencia directa del proyecto. Esto hace difícil aceptar que no habrá impacto en los manantiales cercanos.
Otro punto crítico es la descarga de aguas geotérmicas en el río Ostúa, con altos contenidos de arsénico, boro y flúor, a 35°C. Aunque la empresa propone un tratamiento con cal para el arsénico, no se aborda el manejo de otros contaminantes ni se evalúan adecuadamente los impactos de la contaminación térmica.
El movimiento Eco-Feminista exige una revisión independiente del estudio de impacto ambiental, la suspensión de actividades mineras hasta garantizar la protección de fuentes de agua y ecosistemas, y promueve un modelo de desarrollo sostenible con enfoque de género.
Salud y medio ambiente
Los análisis de HBS y CEICOM revelan implicaciones significativas. En el ámbito social, las mujeres son particularmente vulnerables a los efectos negativos de la minería, pero sus voces y necesidades no han sido consideradas en el proceso.
Se advierten riesgos para la salud pública por la contaminación del agua con arsénico, boro y flúor en concentraciones elevadas, amenazando a las comunidades que dependen del río Ostúa y el lago de Güija. El análisis técnico de CEICOM destaca la alteración del régimen hídrico debido a la extracción de agua subterránea, que podría impactar manantiales y pozos de uso doméstico y agrícola. La contaminación térmica por la descarga de agua geotérmica a 35°C en el río Ostúa tendría consecuencias ecológicas, afectando la diversidad, las relaciones depredador-presa, los ciclos de reproducción y la migración de peces.
La contaminación química por altos niveles de arsénico, boro y flúor en las aguas residuales amenaza la salud humana y los ecosistemas acuáticos. El estudio señala deficiencias en el plan de manejo ambiental para estos contaminantes.
Se advierte sobre la posibilidad de fenómenos geotérmicos peligrosos debido a la alteración del sistema hidrogeológico. La explotación del sistema geotérmico podría generar un cono de depresión que cambie el flujo de agua subterránea, potencialmente causando una evaporación repentina, incremento de presión por gases y explosiones.
Los impactos transfronterizos son significativos, ya que el proyecto se ubica a solo 15 km de la frontera con El Salvador. Las aguas residuales serán descargadas en el río Ostúa, compartido con El Salvador, y desembocan en el Lago Guija, también compartido. Esto implica que los efectos de la contaminación podrían extenderse más allá del territorio guatemalteco.
