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Muerte por crítica y literatura

Caralvá

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Hablar de un libro al final es calificarlo, usualmente esta condición no pasa desapercibida entre diversas relaciones sociales, es sintomático el carácter de los lectores por un texto, con situaciones tan extremas y afirmaciones tan arrogantes que si el autor escuchase estos veredictos retaría a “duelo a sus críticos”, en realidad las situaciones de honor por el canto de los aceros o Revólver en mano fue abolido hace tiempo, no en pocas ocasiones los asesinatos fueron disfrazados de duelos legales. Los duelos fueron practicados durante los siglos XVI al XIX en Hispanoamérica bajo los conceptos de clases altas, el honor de la mujer y el matrimonio, en el fondo de esta discusión los hijos legítimos o no, pero también aconteció el duelo por diferencias de “Críticas irresponsables”, como el caso de Salvador Allende contra el Senador Rettig en 1952; para nuestro caso reproduciré el acto combativo: “Los adversarios llegaron al amanecer del duelo, luego de burlar a la Policía de Investigaciones, que no pudo impedir el encuentro. Ambos vestían muy elegantes, pues, además se caracterizaban por sus vestimentas siempre a la última moda. El ex diputado Julio Subercaseaux Barros cuenta que el padrino de Allende se acercó preocupado al representante del senador radical y le dijo: -“El senador Allende disparará a matar”- La respuesta del padrino del parlamentario radical fue una interrogación: “¿Y usted cree que el senador Rettig vino a cazar pajaritos?”. El epílogo de este episodio fue que las balas pasaron muy lejos de los combatientes. Allende tropezó al disparar y, según Rettig, creyó que el parlamentario socialista había sido herido a muerte. Con el transcurso del tiempo, Salvador Allende, siendo Presidente de la República, nombró como embajador en Brasil a Raúl Rettig, quienes después del duelo, volvieron a ser grandes amigos. También se conoce a Raúl Rettig por su colaboración en el informe que presidió como presidente, en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, posterior a la dictadura de Augusto Pinochet. El informe llevó su nombre: Informe Rettig.  “Fue una estupidez. Yo era muy amigo de Allende y después volví a serlo”, escribió Rettig en sus memorias, al evocar el enfrentamiento en el que ambos dispararon, pero no se hirieron”. Fuente: Jorquera, Carlos, El «Chicho» Allende. Ediciones BAT., 1990, pp. 288-305. Así fue el último duelo en Chile, pero cómo responde Julio Cortázar a sus críticos: “sigo recibiendo críticas The Winners. De los lugares más raros de USA. En el New Yorker (Anthony West, The New Yorker, no. 41, 8 de mayo de 1965) me hicieron polvo, me acusaron de fake writer (impostor literario) me consuela que de paso dicen que Dante es una lata. No está mal como compañero de anatema, eh. Desde luego, estos recortes permiten apreciar lo que es la llamada “crítica de libros”, o sea una mierda perfecta”. Los elogios delirantes (Mr. Cortazar, whose genius no one could deni –innegable talento-) se alternan con mise à mort más salvajes. Como siempre, lo único que cabe hacer es seguir trabajando”. Pero he advertido que mi editor americano está un poco resentido por lo que llama “mi falta de interés por la crítica”. “Se equivoca; lo que pasa es que eso no es crítica”. Cartas a los Jonquières/julio Cortázar pág 431… la mala puntería de las balas y el trabajo salvan de la muerte y los críticos.

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