Wilfredo Arriola,
poeta y escritor
Se presenta una brevísima muestra de poesía contemporánea española, con diferentes toques estilísticos de acuerdo a cada tendencia de los escritores presentados. Su mirada, su pequeña idea de un momento lucido puesto en palabras, su intervención para darle esa formalidad o cotidianidad en un poema. Cada verso será una imaginaria vitrina para buscar, quizá, un poco más de ellos a futuro. La poesía siempre nos genera esa sensación universal del tiempo en el que vivimos, en este caso, en el de ellos, nos dirán desde lo suyo, una traducción de su alma. En poesía, todo es tan relativo, un poema puede ser tan poco y también puede significar, un lugar al cual volver a descansar de la vida.
Elena Román, Córdoba, 1970, escritora y gestora cultural
Es un tren
Lo que te querría decir
es un tren.
Con esa fuerza,
con esa prisa,
con ese estruendo.
Pero ese tren no puede echar a andar
porque hay alguien en las vías.
Yo misma.
Domingo Aguilar, Jaén 1993, poeta y escritor
Los aeropuertos
No me gustan los aeropuertos:
esperar sentado siempre sólo
al lado una silla vacía
mirar de vez en cuando hacia los lados
no me gusta el ritual obligado de la cola de embarque
el duty free los turistas comprando todo
lo que puedan meter en su maleta de mano
regalos para sus hijos sus padres sus esposas
para la chica que conocieron la semana pasada
quisieran viajar con ella en avión juntos
hacer noche en el aeropuerto juntos
preparar las maletas juntos todo el ruido
el sonido de las ruedas los cafés juntos
los pitidos al pasar por el escáner pensar en ti
me gustaría que aparecieras corriendo
antes de montarme en el avión que me digas
no te vayas hoy no te vayas.
Habría estado bien hace unos años.
Los dos juntos en algún aeropuerto
los dos juntos viajar a Berlín,
guardo los billetes que compramos
es como llevar un cadáver en el maletero del coche.
David Leo García, Málaga, 1988. Filólogo y escritor
1
¿Dígame un color?
El verde.
¿Otro?
El verde.
¿Una parte de la casa?
El aire.
¿Una pregunta?
La pregunta.
¿Un escritor?
El misterio.
¿Qué asocia con un pájaro?
El misterio.
¿Y con un pájaro?
La infancia.
¿Y con el césped?
La infancia.
¿Dígame un color?
No lo sé.
¿Un país?
Casi todos.
¿Una enfermedad?
Todas salvo la mía.
¿A qué ha venido aquí?
Las… ya sabe,
las… qué le voy a decir,
ya sabe, las de siempre.
¿Un instrumento de cuerda?
El pentagrama.
¿Una parte del cuerpo?
Los pulmones.
¿Una parte de la casa?
El deterioro.
¿Un motivo para vivir?
Alguno, el deseo.
¿Una enfermedad?
La enfermedad.
¿Una cita célebre?
“Claro que sí”.
¿Un motivo?
Para morir.
¿Un motivo para morir?
Ninguno,
tal vez.
El deseo.
Rodolfo Serrano, Villamanta, Madrid 1947. Periodista y escritor
Un poema de amor
Salgo poco. Lo justo
para no olvidarme de bares y de amigos.
Y no discuto ni siquiera con la tele.
Me aburren los periódicos y solo
algún libro de versos me interesa.
Paseo por las calles que ahora siento
territorio enemigo. Ni siquiera pretendo recordarte.
Alguna vez -y muy de tarde en tarde- me retorna el deseo.
La dulce desazón de un cuerpo joven
que me inspire en mis vicios solitarios.
No fumo. Escribo poco.
De vez en cuando un verso como éste.
Y poco más. En momentos de duda
-mientras espero al médico o voy a la farmacia-
desearía llamarte y comentarte
que hace un calor de muerte
o que el nuevo Gobierno es el de siempre.
Pero nunca lo hago. Sé que hace tiempo
dejaste de temblar cuando veías
mi nombre en tu teléfono.
José Manuel Díez, Zafra, Extremadura, 1978. Poeta, narrador y músico
Dos Formas
Ya conoces dos formas
de regresar al punto
que has dejado a tu espalda:
Girar sobre ti mismo
a perspectiva ciento ochenta grados
o dar la vuelta al mundo.
La primera es más simple, la segunda es más bella.
La primera es memoria, la segunda es viaje.
Si hubiera una tercera
—si la hubiera—
equidistante a ambas,
la llamarás poesía,
te nombrará temblor.
Karmelo Iribarren, San Sebastián, 1959. Poeta
Al Pasar
La has visto en un bar,
con gente, feliz, riéndose…
Y te ha dado alegría su alegría
y un poco de tristeza
lo efímero que es todo.
Luis Alberto de Cuenca, Madrid, 1950. Helenista, filólogo, poeta, traductor, ensayista, columnista, crítico y editor literario
La verdad
—La verdad es que nunca he salido con alguien
como tú, así de guapa. Por eso estoy mirándote
como te miro, al borde del éxtasis.
—Entonces
tendrás que acostumbrarte, porque yo también creo
que eres guapo, y seria una pena estar siempre
mirándonos tú y yo embobados. Y como
espero que nos veamos mucho, me gustaría
que, además de mirarnos, pudiésemos
sudar de vez en cuando juntos. Porque yo sudo,
¿sabes? Dicen que el homo sapiens se llama así
porque suda. Los otros animales no sudan,
y por eso no son sapientes ni se ríen
(reír es otro proprium de los seres humanos),
y por eso se ciñen a perpetuar la especie
sin sudar ni reír, en un plan soporífero.
—Ya me lo imaginaba. Pues vamos a sudar.,
digo a cenar, que es tarde, y estoy muerto de hambre.
—Empieza por cenarme a mí, y hazme reír
y sudar, como si fuera la última noche
de tu vida y la mía, como si no existiéramos
más que tú y yo en la noche del sudor y la risa.