@GloriaCoLatino
Miles de mujeres que engrosan las filas de la maquila textil y otras menos diversificadas, enfrentan la violencia, pobreza y el desempleo al tratar de defender sus derechos laborales y humanos explicó Yadira Minero Rodas.
El estudio cualitativo se realizó en Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, donde las voces de las mujeres identifican vulneraciones como la solicitud de la prueba de embarazo, impago de horas extras o bonos; la inestabilidad laboral y bajos salarios, que al sumarlos en su conjunto generan una situación precaria, comentó Minero.
Las condiciones de discriminación son variadas, agregó la investigadora, quien señaló horarios que sobrepasan las ocho horas legales de trabajo, así como las bordadoras que deben proveer -ellas mismas- todos sus implementos para realizar su trabajo y la falta de atención médica a las enfermedades que se originan por movimientos repetitivos o por estar en lugares poco ventilados o bajos de iluminación. “Otro de los obstáculos a reivindicar sus derechos y que fue reconocido por las mujeres, es la lentitud de los operadores de justicia cuando -ellas- presentan sus propias denuncias por violación a sus derechos laborales o no hay respuesta inmediata de las autoridades”, indicó.
Las denuncias se enmarcan en los principios de la CEDAW, instrumento internacional de la ONU que monitorea la igualdad, la no discriminación y la responsabilidad del Estado, además de otros aspectos como la libertad de elección de la profesión, las oportunidades, la estabilidad del empleo, la remuneración y protección a la salud, seguridad social y jubilación.
“Los cuatro países del área centroamericana cuentan con riqueza y recursos naturales, pero se concentran en pocas familias de la élite empresarial y de gobierno, según el índice Gini (índice de desigualdad). Honduras es el país de la región con mayor inequidad con un (0, 56), Guatemala (0,55), Nicaragua (0,48)
y El Salvador con (0,44) que en bloque, estos cuatro países tienen mayor desigualdad en la distribución del ingreso en el mundo”, explicó. En cuanto a la violencia, Minero señaló que es un “flagelo” que marca a los denominados países del “Triángulo Norte” muchas veces, fortalecido por la fragilidad institucional y aplicación de programas de ajuste estructurales económicos, que suelen reducir el papel del Estado y las garantías básicas, sumada a la cultura patriarcal que naturaliza y perpetúa la violencia como medida de solucionar conflictos o diferencias. “En El Salvador las denuncias están referidas a despidos arbitrarios ya sea, por licencia de enfermedad o incorporarse a los sindicatos en maquilas textiles; el estudio refleja que el salario de esta maquila es menor que el resto de la manufactura, y en otras como la de partes de automóviles donde los horarios sobrepasan las 12 horas de trabajo”, acotó.
Entre las conclusiones del estudio, Minero afirmó que en cuatro décadas de instalación de maquilas en la región las mujeres no han salido de la pobreza y se encuentran situaciones difíciles producto de la organización del trabajo, que no ha permitido que mejoren su calificación profesional por falta de oportunidades, ante largas y extenuantes jornadas laborales; ni han logrado mayores inversiones para sí mismas por los salarios tan bajos que no cubren ni el 50% de la Canasta Básica Alimentaria.