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Mujeres periodistas

José M. Tojeira

Recientemente publicábamos en la página del IDHUCA un resumen del reciente Informe de la Relatora Especial de la ONU sobre la Violencia contra la Mujer, que habla especialmente de agresiones contra las mujeres periodistas. Aunque el informe no se centraba en ningún país en particular, hacía aseveraciones sobre la existencia de ataques sistemáticos contra mujeres periodistas en todo el mundo, que se daban con más frecuencia en ambientes hostiles, de guerra o de tensión política. En el resumen de ese informe añadimos al final la dirección digital del informe completo. Como IDHUCA hemos participado repetidas veces en actividades de defensa de la mujer, que han ido desde el apoyo a la familia de niñas asesinadas hasta otras situaciones en que diversas mujeres fueron acusadas falsamente de delitos o simplemente asesinadas como Karla Ayala. También hemos defendido la libertad de prensa y en algunos momentos denunciado, incluso ante instancias internacionales, amenazas a algunos medios.

La semana pasada apareció en un periódico digital administrado el CONAB un artículo que mezclando esta doble actividad ordinaria de defensa y apoyo a la mujer, y defensa de medios, trataba de insinuar que el IDHUCA estaba manipulando a una periodista para proteger a un medio digital. La noticia, falsa ella misma en su conjunto e intencionalidad, mezclaba algunos datos de acciones reales con falsedades, calumnias, y datos personales, algunos falsos, que no tenían nada que ver con la falsa noticia de manipulación de testigo. La realidad es que una mujer periodista nos pidió acompañamiento psico-jurídico. Y que una parte del mismo, por no poder darlo el IDHUCA directamente, porque el equipo jurídico enfrentaba algunas situaciones médicas y familiares, se le pidió lo hiciera una abogada que en repetidas ocasiones ha defendido a la mujer salvadoreña, acompañando a la periodista en un trámite en la Fiscalía. Según nos comunicó la periodista a la que acompañamos, jamás el medio digital que la saca en sus noticias con el nombre fingido de Marta se comunicó con ella ni le pidió su opinión al respecto. Dado que el caso tiene medidas de protección pedidas por la periodista omitimos datos que harían más evidente la manipulación y que podrían identificar a la profesional. El simple hecho de que se hable de una supuesta víctima, sin consultarla a ella ni conocer su versión, siendo además una periodista bien formada y con criterio propio, muestra el profundo amarillismo del medio mencionado, administrado por una institución gubernamental.

En el resumen que he citado de la Relatora que trabaja el tema de la violencia contra la mujer, recordábamos que el Estado salvadoreño está obligado por el artículo 7, párrafo b), de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) a “aplicar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia”. El CONAB -como parte del Estado salvadoreño- debía revisar si las propiedades o medios que administra están cumpliendo con esta obligación convencional ratificada, que es parte también de la legislación de la república. En general todos los medios de comunicación en El Salvador, dada la tendencia patriarcal y machista que con frecuencia incide en el mundo laboral, deberían tener un cuidado especial, tanto en el respeto y cuidado de la mujer periodista, como de las defensoras y defensores de Derechos Humanos. Acusar sin pruebas de una supuesta manipulación a una abogada que ha defendido casos importantes en beneficio de mujeres golpeadas por el patriarcalismo machista existente, basándose además en supuestas fuentes que permanecen anónimas, no es más que una repetición de conductas machistas. Mencionar novias, entre ellas una que no lo fue, de un abogado defensor de Derechos Humanos, que no tienen absolutamente nada que ver con el tema de la noticia, es una muestra clara de la falta de respeto a la mujer salvadoreña. Es vergonzoso que periodistas afirmen con tanto desparpajo que una periodista inteligente y digna se deja manipular. Ese modo de proceder es algo así como si para desacreditar a alguien fuera necesario mencionarle la madre. Algo que por supuesto hacen muchos varones, pero que no esperaríamos se produjera, con sus variantes, en medios de comunicación administrados por el Estado.

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