Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
El Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo, no es una fecha al azar, como lo explica la decisión de las Naciones Unidas (ONU) de designar en 1975, como el día no solo para dar reconocimiento y visibilizar los aportes de la población femenina a nivel mundial, sino también la vinculó a la paz.
En la historia, la mujer ha estado expuesta a la discriminación, marginación y violencia contra sus derechos, de ahí que diversas organizaciones de mujeres y la ONU misma han documentado que en plena “revolución industrial”, miles de mujeres con el lema “Pan y Rosas” denunciaron y reinvidicaron mejores condiciones en lugares de trabajo, acortar el horario a 8 horas laborales y la erradicación del trabajo infantil.
De estas importantes luchas reivindicativas, las mujeres salvadoreñas siguen esas huellas y enfrentan en sus contextos y vivencias los retos que depara a futuro, como lo hace: Rosa Adela Herrera, Carolina Amaya, “Peluche” y Mónica Rodríguez, en sus distintas roles sociales y laborales.
Historias
“Peluche”
Insiste en permanecer bajo el nombre de su personaje, “no quiero que se pierda la magia”, aduce, mientras ostenta un sombrero de copa negro, un tutú azul de intrincadas rayas rojas y unos zapatos femeninos de “clown”, con voz amable ofrece tatuajes no permanentes a los transeúntes que transitan por el Centro Histórico del Gran Salvador, en el cual, desarrolla su emprendimiento cultural “Itztli” que incluye tatuajes no permanentes, pinta caritas, música andina, batukada, artesanías y danza.
Peluche, también tiene un lado de mujer feminista que inició hace veinticinco años, estudiando artes escénicas.
“Yo me veo haciendo incidencia a otras mujeres para seguirlas sensibilizando y que siempre ellas tengan una motivación para avanzar y reconocer sus derechos.
Yo inicié con malabarismo en un proyecto de mujeres y creo en el trabajo de las organizaciones, son buenas porque hay liderazgos que si están empeñados en trabajar para que la mujer se empoderen y logran alcanzar objetivos. Sobre las leyes que nos protegen las conozco y están bien, pero necesitan más promoción para que la mujer de la zona rural se empodere, pero en la práctica hay aún muchos vacíos”, lamentó.
Rosa Adela Herrera
Procede del cantón Teocinte, Chalatenango, y recién se estrena en la administración de la Junta de Agua y la ADESCO, luego de una importante capacitación que recibió de Pro-Vida, que le permitió a ella y otras mujeres jóvenes, ir ganando los espacios de dirección que antes solo ocupaban los hombre de la comunidad.
”Somos seis mujeres en la Junta de Agua y nos enorgullece, porque es un reto que nos ha servido para valorar nuestras propias capacidades de administración y asistencia, que iniciamos con la personería jurídica y legalización de la Junta Agua y su desarrollo, que tenemos que reconocerlo como un derecho humano que nos pertenece a todas y todos.
Hemos innovado el saneamiento del agua, la gestión de la misma y el rescate de las fuentes de agua”, señaló.
Carolina Amaya
Llegó a la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) como activista ambiental, en el contexto de los terremotos de 2001, que cobraron la vida de más 900 personas, que le permitió conocer de primera mano, la construcción del anteproyecto de protección civil, prevención y mitigación de desastres, que abrió la oportunidad de trabajar y organizar a las comunidades afectadas por los terremotos.
“Me reivindicó como mujer y persona que tiene derechos humanos, que algunos ya están institucionalizados gracias a organizaciones y maestras feministas del país, aunque otros derechos no los están garantizando el Estado y esto me violenta al no protegernos.
Me percibo como ambientalista porque no puedo vivir en esencia como mujer, si de los bienes naturales de los cuales soy eco-dependiente no están en condición de acceso o bienestar y feminista -esto último, por decisión propia- que es un gran compromiso, que va desde la individualidad a la colectividad, porque no podemos estar tranquilas o completas si hay otras mujeres en una situación vulnerable, porque cuando un Estado no ha podido garantizar el derecho de las mujeres, es que ha fracasado y que la justicia persiga a las mujeres más pobres, con acusaciones sin una investigación suficiente, para ser condenadas”, reafirmó.
Mónica Rodríguez
Periodista de Canal 10, se graduó de la Universidad de El Salvador (UES) y ejerce su profesión desde hace diez años, ha incursionado en temas relevantes como el programa “Memoria Viva”, que compiló la historia reciente del país. Así como, su participación activa en organizaciones gremiales como la junta directiva de APES, MPCYTC y en apoyo en la Mesa por el Derecho a Defender Derechos y otras iniciativas de la defensa del derecho a la Libertad de Expresión.
“Me considero una mujer sujeta de derechos, se que es un proceso complejo, por los patrones culturales que han destinado a las mujeres a roles -que son respetables- pero no siempre nos identifican las aptitudes de todas. Soy periodista y tengo la oportunidad de dar voz a otros sectores a través de mi labor, y trato siempre de buscar la solidaridad con otras mujeres y dejar de percibirnos como competencias en algunos espacios.
Son retos para todas la mujeres, porque el sistema te asigna un rol, pero hay un proceso que debemos seguir, pero de esto se trata el crecimiento y preparación para superarlo e identificar la defensa de los derechos de las mujeres.
Y este 8 de marzo, es un nuevo reencuentro en el Día Mujer, para seguir buscando las formas para unirnos y ser una sola voz. Y considero que las organizaciones están haciendo su labor en donde el Estado en su conjunto no está respondiendo debidamente a los derechos de las mujeres, y esto es importante para seguir el trabajo de ORMUSA, la Colectiva Feminista, Las Mélidas, Las Amorales, entre otras, que trabajan por nuestros derechos desde diferentes perspectivas y esto debe apoyarse”, puntualizó.
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