Por Marlowe Hood
Marrakech/AFP
Representantes de todos los países del mundo se reúnen a partir de este lunes en Marrakech para poner en práctica el histórico acuerdo sobre el clima de París, que tiene el ambicioso objetivo de frenar el calentamiento global.
Muchos de los 15.000 participantes en la conferencia anual de la ONU sobre el clima (COP22), que reúne a políticos, científicos, oenegés y empresas, tendrán además la vista puesta en Estados Unidos, donde el martes se celebran elecciones presidenciales.
La segunda semana de la conferencia, que termina el 18 de noviembre, contará también con la presencia de 60 jefes de Estado y de gobierno.
«Esperamos tener una relación muy constructiva y positiva» con el próximo presidente de Estados Unidos, dijo a la prensa Patricia Espinosa, la responsable del clima en la ONU.
El candidato republicano Donald Trump, que se enfrenta a la demócrata Hillary Clinton, ya ha dicho que se opondría al acuerdo si es elegido.
Estados Unidos, el segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero, los causantes del aumento de la temperatura, «es uno de nuestros socios más importantes por lo que su participación en el acuerdo es crucial», añadió Espinosa.
«Ahora el acuerdo de París ya ha entrado en vigor [el pasado viernes] y todos estamos obligados por este compromiso», indicó.
El acuerdo de París, adoptado a finales de 2015, fue firmado por 192 países y ha sido ratificado por 100 de ellos representando el 70% de las emisiones mundiales.
El texto es ahora «la hoja de ruta del combate contra el cambio climático», recuerda Manuel Pulgar-Vidal, el ministro peruano que presidió la COP20 y que hoy es responsable de WWF.
En la COP22 de Marrakech, los negociadores tendrán que ponerse de acuerdo sobre toda una serie de procesos que hagan posible poner en práctica el acuerdo de París.
Se trata, según la negociadora francesa Laurence Tubiana, de «terminar las reglas» del texto, cuyo objetivo principal es que el calentamiento global no supere +2°C pero que también incluye compromisos a nivel nacional.
Cuestiones delicadas
Todavía quedan muchas cuestiones por resolver, como la manera de poder verificar el nivel de gases de efecto invernadero en cada país o el financiamiento de las políticas climáticas de los países del sur.
También estará sobre la mesa cómo «compensar» a los países pobres más afectados por el cambio climático, que sufren sequías, inundaciones y otros fenómenos extremos.
El objetivo actual es llegar a un acuerdo sobre estas cuestiones en 2018.
«La COP22 será realmente una COP para aplicar y actuar», dijo a la prensa el negociador estadounidense Jonathan Pershing.
Los países también están invitados a fijar un objetivo nacional de reducción de emisiones, generadas principalmente por la combustión de petróleo, gas y carbón.
Los objetivos actuales evitarán en principio un aumento de la temperatura +4/5°C, catastrófico para el planeta, pero todavía están demasiado cerca de los +3°C, con consecuencias igualmente graves.
«La gran batalla de los dos próximos años será la manera de convencer a los países para que acentúen su ambición», dice la negociadora francesa Laurence Tubiana.
El acuerdo de París aspira a limitar el calentamiento global a menos de +2°C con respecto al nivel anterior a la revolución industrial, un desafío enorme.
Algunos signos son alentadores y demuestran que está en marcha un cambio de modelo. En este sentido 2015 fue un año récord para las inversiones en energías renovables, sobre todo en los países emergentes.
También las empresas -muy presentes en la conferencia de Marrakech- empiezan a cambiar, anticipando la transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono.
Pero en paralelo, los científicos continúan lanzando mensajes de preocupación. Tras dos años récord, 2016 volvió a ser el año más caluroso jamás registrado en la Tierra y las concentraciones de gases de efecto invernadero no paran de aumentar.