MUPI AL RESCATE DE LA MEMORIA MUSICAL SALVADOREÑA
Por Tania Primavera
En su 25 aniversario el Museo de la Palabra y la Imagen continúa el esfuerzo de rescatar y difundir elementos de la historia musical de El Salvador, a través de partituras y grabaciones, entre ellas la etnomusicóloga e investigadora María de Baratta, la antropóloga Concepción Clará de Guevara y la colección compilada por el investigador vicentino Álvaro Dagoberto Soriano.
Durante el mes de julio de 2021, el área técnica del MUPI logró extraer digitalmente, obras clásicas de María Mendoza de Baratta contenidas en cintas magnetofónicas de antaño, entre ellas «Danza del Incienso» y «Nahualismo».
Uno de los tesoros documentales, está representado por las grabaciones musicales folclóricas obtenidas por Conchita Clará de Guevara en todo el territorio salvadoreño en los años setenta, como danzas tradicionales, o registros de grupos musicales, algunas de cuyas tradiciones están desapareciendo.
La “Colección Partituras Vicentinas Antiguas”, es otra valiosa donación realizada por el investigador Álvaro Dagoberto González Soriano, quien afirmó “mi intención fue donarlas al MUPI para que las restauraran y fueran conservadas, ya que a mi parecer no habría mejor destino para ese invaluable tesoro musical vicentino, gracias a la señorita Miranda Merino quien me diera esos archivos que pertenecieron al reconocido filarmónico Don Luis Miranda Silva”.
El MUPI también resguarda el legado de la Familia Miranda, donada por el señor González Soriano, quien las entregó en el año 2001, convencido de que de otra manera “las polillas acabarían con ellas”. En la ciudad de San Vicente fueron fundadas prestigiosas orquestas filarmónicas, como las Orquestas Lírica y Verdi, integradas sólo por hombres, de la que fue director por muchos años Don Luis Miranda Silva, la Orquesta Violetas Vicentinas, integrada únicamente por mujeres, de la cual formaron parte, Ángela Miranda de Galdámez, quien tocaba la mandolina, su hermana Sara Miranda de Ramírez, violinista, y la tía de ambas, hija del General Miranda, Josefa Miranda Reyes, que interpretaba la bandurria.
El investigador González Soriano sostiene: “San Vicente tiene fama de ser cuna de músicos, tradición que nació a principios del siglo diecinueve, cuando llegó desde Guatemala llegó a esa ciudad, el virtuoso filarmónico Antonio Crescencio Miranda y Castellanos (1770-1860), quien comenzó a difundir el arte de la buena música, y a enseñar a los vicentinos a interpretarla con excelencia”. Esta colección vicentina, consta de 573 partituras de 120 escritores, entre valses, motetes y música religiosa.
Todos estos acervos, están restaurados y catalogados, y pueden ser consultados en los cubículos para investigadores en el Museo de la Palabra y la Imagen.