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En el viejo Estadio de la Flor Blanca, primero, de izquierda a derecha, de pie, Roberto “La Burra” Rivas en la Selección Olímpica de México 68. Foto Diario Co Latino/Archivo

Murió Roberto “La Burra” Rivas,  pero vive en Alianza y selecciones

Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino

En la parcela 5 del cementerio municipal de Soyapango, bajo una estatua a su memoria, descansan desde hace casi cincuenta años, los restos del futbolista exolímpico y mundialista, Roberto “La Burra” Rivas. Un orgullo soyapaneco que desde su posición de zaguero derecho, desparramó calidad y garantía al servicio del Alianza FC y de las selecciones nacionales.

Fue uno junto a Salvador Mariona, Jorge “Indio” Vásquez, “Pipo” Rodríguez, “Mon Martínez y “Ruso” Quintanilla, de los pocos en tener el inédito privilegio de haber jugado las clasificaciones y los tres partidos del torneo olímpico de México 68 y los tres compromisos del Mundial de México 70. En el torneo olímpico los resultados de El Salvador fueron: 1-1 con Ghana; 1-3 ante Israel y 0-4 con Hungría. En el Mundial, cayó 0-3 ante Bélgica; 0-4 con México y 0-2 frente a la ex URSS.

Además, y junto a Raúl Magaña y Mariona, Roberto fue uno de los pocos futbolistas salvadoreños que jugando para Alianza FC enfrentaron y ganaron 2-1 en el Estadio Flor Blanca el 16 de enero de 1966 al célebre Santos de Pelé. Y por aquellos años de la época dorada de la orquesta alba, “La Burra” de este cuento jugó con buen suceso contra Peñarol, de Uruguay; Estudiantes de la Plata, de Argentina; Colo Colo, de Chile; Emelec, de Ecuador; América, de México;  Saprissa, de Costa Rica; Aurora, de Guatemala y Maratón, de Honduras y otros rivales de colmillo internacional.

Fue que con el número 2 en sus espaldas, que por su calidad y efectividad en la marca tenaz, uno de los mejores zagueros derechos que el fútbol salvadoreño ha parido en su historia. Junto a otro de los destacados (Jorge “El Indio” Vásquez”), Roberto Rivas se inició a finales de los años cincuenta en el Marte de Soyapango y de allí saltó al Alianza de sus amores. Equipo para el cuál jugó durante varias  temporadas hasta que fue llamado al “Team Celestial” en 1971.

Como homenaje póstumo, Alianza retiró para siempre de su alineación el número 2 y hasta hace un par de años organizaba la Copa Roberto “La Burra” Rivas. Consecuentemente y de acuerdo a los entendidos en la materia futbolística que lo vieron jugar, “La Burra” clasifica entre los tres primeros mejores defensores derechos salvadoreños de todos los tiempos.

¿QUÉ PASO CON SU MUERTE?

Como buen sabueso y siendo un futbolista histórico de El Salvador, me rebusqué en la reconstrucción sobre las circunstancias de su muerte. En esta misión, el primer insumo que obtuve fue “un simple Roberto Rivas 1972” escrito ante el jardincito rodeado de una verja metálica construida alrededor de su tumba en el cementerio de Soyapango.

Con ese dato me fui a la alcaldía soyapaneca en busca del asentamiento de su defunción. Lo buscaron durante todo ese año y no apareció y me enviaron a San Salvador. Y allí en las oficinas administrativas de cementerios, tampoco se halló nada durante 1972, pero al retroceder en la búsqueda, se encontró un acta del 6 de febrero de 1971 a nombre de Roberto Rivas González, de 29 años, originario de Soyapango. “Falleció el 5 de febrero en el consultorio externo del Hospital Rosales a consecuencia de traumatismo cráneo encefálico por herida de arma de fuego”, se lee en el acta de defunción.

Queriendo averiguar más logré contactar vía facebook al pastor, Marcial Durán, identificado como Siervo de Dios, residiendo y pastoreando una iglesia cristiana en Garland, Texas. Alguien que en los años sesentas compartió vecindad durante varios con Roberto Rivas en el centro de Soyapango.

“Yo recuerdo que por aquellos años, después del Mundial de México 70, Roberto recibió un lapidario diagnóstico médico sobre que, “dado a la gravedad de una lesión, tendrían que amputarle un pie”. Tan impactantes palabras lo hicieron entrar en depresión y una tarde escuché la bulla de que Roberto Rivas se había disparado en la cabeza con un fusil que tenía en casa”, rememoró Durán.

Visiblemente afectado por tan triste recuerdo, agregó que aquella trágica noticia corrió como reguero de pólvora en la ciudad industrial con lamentos por todos lados; lágrimas familiares, oraciones; muestras de pesar y doblar de campanas por el trágico deceso de un “hijo meritísimo”, tan querido y admirado entre la gran afición futbolística.

Durán, quien dijo que antes de ser llamado a los pies del Señor en 1972, él era un “esperanzador futbolista no federado”, es del criterio que a partir del impresionante expediente futbolístico de Rivas, el INDES, COES y la FESFUT deberían edificarle un mausoleo. Y cerrró con la siguiente anécdota: “En unas fiestas patronales de Soyapango, en la década sesenta, mi hermano Mario Méndez -que llegó a ser un pugilista de estatus mundialista-, se vio involucrado en un pelea callejera con ‘La Burra’ por el sector de la feria y hubo que intervenir para desapartarlos y que no los arrestaran”.

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