César Ramírez
@caralvasalvador
Estados Unidos de América en la era del presidente Donald Trump construye nuevos muros de Berlín. Este factor parece decisivo en los siguientes cuatro años, los cuales se inician con una incisiva agresión contra México al proclamar una nueva barda fronteriza que los mexicanos terminarán pagando, me parece que no solo ellos, de una forma u otra, el resto del mundo será parte de esa cuota o al menos quienes se aventuren a cruzar esa línea roja por el sueño americano. Según datos de prensa el número de salvadoreños deportados en 2016 fue de 52,548 de ellos 21,340 de Estados Unidos y 31,147 de México; esas cifras nos hablan de la muerte económica, social, jurídica etc., porque los emigrantes buscan otra vida en Estados Unidos.
Ahora con la llegada de una nueva administración el panorama se oscurece, la prohibición a siete naciones de emigrantes con visado autorizado o poseedores de Green Card quedan suspendidos por 120 días, si aplica en esas naciones, una acción similar para El Salvador no será extraña, incluso parece que el orden jurídico y los derechos ciudadanos se han perdido por decreto presidencial, de pronto esas naciones son potencialmente exportadoras de “terroristas” ¿qué otras naciones seguiremos en agenda?.
Las deportaciones salvadoreñas nos hablan de expulsados de Estados Unidos y México, nuestros emigrantes recorren al menos una nación más: Guatemala la cual muchos testimonios concluyen que salvaron la vida de milagro después de ser vejados o robados, incluso hombres y mujeres son violados por los traficantes, en síntesis se deben superar tres dificultades a muerte. Agreguemos nuestro comportamiento de control de indocumentados de Suramérica y el resto del mundo, parece que todos somos aduaneros y policías territoriales tratando de impedir a las multitudes de emigrantes su llegada a EEUU, de alguna manera repetimos el drama del Mar Mediterráneo o las travesías a campo abierto en desiertos de Arizona, Texas, Nuevo México etc, el cual poco a poco se va convirtiendo en Campo Santo. En teología de la liberación y opción de los pobres/ Leonardo Boff Sobre la Opción de los pobres, Ed: abya-yala Quito 1998 anota: “Quieren que disminuyan las distancias, que haya un mínimo de equidad, sin la que dejamos de ser humanos, y que se llegue a superar el dualismo entre norte y el sur, entre ricos y pobres, en la dirección de una humanidad que finalmente se reconcilie consigo misma. Estos son los sueños de los oprimidos. No sueñan con ser grandes potencias y dominar a los demás. No sueñan con un consumo desenfrenado y –por eso- insolidario. Sus sueños están ligados a las estructuras básicas de la vida y de la reproducción de la vida en cuanto vida humana, ligados por tanto al trabajo, a la salud, a la vivienda, al ocio mínimo, a la cultura necesaria para la comunicación humana… Si no se encuentran puentes de solidaridad y políticas de equilibrio mundial, los países opulentos se sentirán obligados a construir innumerables muros de Berlín para defender su sociedad de la abundancia contra la invasión de los hambrientos, que tocan a la puerta y quieren simplemente participar –al menos junto con los perros- de las migajas de los ricos epulones”
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